Subrogación de vientre: del anhelo a la realidad
Qué sucede en Rosario con esta práctica cada vez más frecuente. Una puerta para la felicidad de muchas personas y parejas. El vacío legal. La conveniencia de garantizar el vínculo con la persona gestante. El afán de lucro, también latente. La condena de la Iglesia.
Si bien los casos de Marley o de Luciana Salazar son los más citados a la hora de hablar de la subrogación de vientre como opción para convertirse en padres y madres, no es necesario viajar a Estados Unidos (o a Europa) ni pagar sumas de dinero desmedidas para cumplir el sueño de tener un hijo, ya que se trata de un tratamiento que también se realiza en Argentina. Es que en nuestro país no hay una legislación que regule la también llamada “gestación por sustitución” pero tampoco está prohibida. Ante esta especie de “vacío legal”, crecen las consultas sobre la práctica, incluso en Rosario, ciudad testigo de varias historias que hablan de altruismo, solidaridad y de amor.
“La medicina reproductiva tiene un componente exclusivamente médico cuando uno trata una patología determinada, y también tiene uno social relacionado con la persona o pareja que viene para lograr un embarazo que hasta el momento no ha podido tener. Dentro de los cambios que va teniendo la sociedad, aparece la gestación por sustitución como una opción reproductiva en la ausencia de un útero funcional, sea porque no existe como es el caso de un varón o pareja de varones, o si aún existiendo no funciona”, explica de manera introductoria Carlos Morente, médico ginecólogo especialista en medicina reproductiva.
Como puntapié inicial del proceso, tiene que haber una mujer “que está dispuesta por una cuestión de generosidad, afectiva, a llevar en su útero un embarazo durante 9 meses y entregarlo cuando nazca a quien lo solicitó”, comienza diciendo el director del Centro Médico Proar. En este sentido, sostiene que si bien no es una práctica que esté creciendo en forma exponencial, en los últimos años surgieron más consultas y demandas de interesados en el tratamiento, un fenómeno similar al que ocurre con la congelación de óvulos.
Primero, la instancia legal
“Nosotros siempre exigimos que haya una habilitación judicial previa, es decir que la persona o pareja que lo solicite pase primero por la instancia legal correspondiente”, aseguró Morente. En este sentido, Julia Marasciuolo, abogada especialista en Derecho a la Salud, explicó a este portal que en la actualidad no existe en Argentina una legislación específica sobre gestación por sustitución, “pero esto no significa que esté prohibido sino todo lo contrario. Hay un montón de antecedentes importantes en el país y hace añares que se practica".
“La filiación es la relación jurídica entre padres e hijos y hay tres fuentes: una natural que es la que se determina por el parto, la adopción y las técnicas de reproducción asistida que incluyen la gestación por subrogación. Nuestro Código Civil las reconoce como fuente de filiación pero dice que le corresponde a la mujer que da a luz y al hombre que presta el consentimiento, por lo tanto no reconoce la voluntad procreacional de los comitentes”, detalla Marasciuolo. Frente a esto, lo que se hace es solicitar ante la Justicia que se declare la “inaplicabilidad” del artículo en cuestión y que se inscriba al bebé por nacer como hijo de las personas que quieren ser padres.
En este sentido, marcó una diferencia entre lo que sucede en Ciudad de Buenos Aires y el resto del país: “Allá hay una disposición que permite una inscripción preventiva con un simple trámite administrativo, sin necesidad de judicializar. Es un tema muy serio que hay que trabajar con una ley de fondo porque todo pende de un hilo”.
“Por lo general si alguien se arrepiente es el padre comitente y no la persona gestante. El juez hace mucho hincapié en la mujer gestante para asegurarse de que no esté haciendo algo en contra de su voluntad. Nadie obliga a nadie. En los consentimientos firmados siempre se prioriza a la mujer gestante, quien puede volver hacia atrás con su decisión hasta antes del implante del embrión”, subrayó y aclaró: “Hay casos exitosos y otros que no llegan a concretarse. Incluso algunos se separan durante el proceso porque el proceso implica mucho desgaste en la pareja”.
Un acto de amor, con requisitos
“A la gente que consulta le recomiendo que la persona que va a ser su gestante sea conocida, y si es pariente mejor porque es un acto de amor. Es una situación muy delicada y necesita de un diálogo bidireccional entre el comitente (quien tiene el deseo de ser padre o madre) y la gestante. Si hay una unión afectiva previa esto se transita de una manera más contenida”, asegura Morente.
En cuanto a los requisitos para la persona gestante, explica que estos están “estandarizados” a fin de evitar el peligro para ella y asegurar a los comitentes que va a hacerlo en las mejores condiciones. “Hay una exigencia exhaustiva respecto de la edad y de las condiciones psico- físicas. Además, se solicita que la gestante ya haya cursado un embarazo con un nacido a término sin ningún problema, y no debe tener más de dos cesáreas previas porque eso implicaría un riesgo para ella”, detalla. En tanto, un dato importante en este tratamiento es que los óvulos pueden ser donados o los puede aportar la pareja, pero está explícitamente prohibido que lo haga quien gesta.
Asimismo, el costo del mismo es similar al de un proceso de fertilización asistida: si se tiene en cuenta la medicación para generar los óvulos, puede rondar los 3 mil dólares. “Después puede existir algún arreglo entre comitente y gestante pero eso queda reservado al diálogo entre ellos”, aportó. En la misma línea, Marasciuolo aseguró que por lo general son gestaciones solidarias: “Es súper movilizante. Hay madres que han gestado los hijos de sus hijas y personas que han gestado los hijos de sus amigos. La misma gente que dona óvulos se ofrece. Hay redes y mucho vínculo en el pos (del nacimiento), se genera un lazo muy fuerte entre la persona gestante y los padres comitentes”.
Al igual que el médico, la letrada reconoce que puede existir una transacción comercial entre comitente y persona gestante y explica que eso “queda dentro de la esfera privada de las partes”. “Nosotros hablamos de una compensación, los padres comitentes compensan a la gestante para que ésta no pierda. La gestante tiene días de licencia que no son pagos, consultas médicas y traslados, entre otros gastos”, sostiene.
En primera persona
Si de actos de amor hablamos, el hospital Roque Saenz Peña fue testigo de una historia conmovedora allá por 2020. Es que en plena pandemia de covid, una enfermera se ofreció para gestar a “Bauti”, el bebé que tanto anhelaban tener Maximiliano y Rafael, una pareja de médicos del mismo hospital. “Estábamos buscando ser papás y vimos una noticia de una pareja igualitaria de Villa María que venía a hacer el tratamiento acá. Ahí empezamos a investigar y terminamos publicando un estado de Whatsapp que decía ‘buscamos niñera 24x7 por nueve meses’. El aviso fue un boom”, recordó Maximiliano, médico pediatra, y siguió: “Un día de mayo apareció Romi y ahora es parte de mi familia. Las palabras me quedan chicas para hablar de ella”.
Después de recorrer institutos de fertilidad, realizarse estudios de todo tipo, lograr la autorización judicial y conseguir una ovodonante (de la que no saben nada), comenzaron el tratamiento. “La primera transferencia no funcionó, uno piensa que va a ser todo perfecto pero no siempre es así. Es un proceso durísimo porque te come la ansiedad, la espera. Tenés la carga emocional y además tenés que cuidar a la mujer que está embarazada porque está gestando a tu hijo”, contó Maxi y sumó: “Todos los que no pueden tener hijos deberían tener la posibilidad de acceder al vientre subrogado”. Lo que sucedió después de que el caso tomara visibilidad es que muchas familias los contactaron por redes para conocer más del proceso. “Es algo que se hace en Rosario y se puede", sumó.
Un tabú que se desdibuja
En el marco de un aumento de casos a nivel mundial en el último tiempo el tema se puso en agenda a tal punto que el propio Papa Francisco, líder de la Iglesia Católica, pidió que se prohíba la práctica y denunció una "comercialización del cuerpo humano". "Acá han crecido mucho las consultas y de a poco se empieza a ver como algo que no está mal", aseguró le letrada. Morente, por su parte, subrayó que “ante el desconocimiento aparecen las fantasías, y se carga más la tinta para un lado o para otro”, por lo que pidió “pensar que la medicina reproductiva atiende una necesidad psicoafectiva, la necesidad de tener un hijo cuando no se da de forma espontánea”. "Solo hace falta una gestante y una familia que quiera tener ese bebé con mucho deseo”, cerró Maxi.