Sabrina Critzman: "La crianza respetuosa no es una opción"
La médica pediatra estará en Rosario el próximo 11 de mayo para hablar de "nutrición, crianza y amor". Un adelanto exclusivo de lo que será el encuentro.
Sabrina Critzman tenía doce años cuando se enteró que el puré se hace con papas y no es una comida que aparece después de mezclar agua caliente y el polvo de un paquete. Ahora, a los 34, asegura que no sólo le hubiera gustado saber de dónde viene el puré, sino también alimentarse de otras cosas. “Me hubiera encantado comer legumbres desde bebé”, dice a RosarioPlus sin titubear. Sabrina Critzman es pediatra, puericultora e influencer - tiene 290 mil seguidores en instagram - y el diálogo con ella pasa inevitablemente sobre las comidas porque sobre eso informa a través de las redes sociales: la importancia de una alimentación nutritiva, sana, divertida, familiar y desde siempre. El próximo 11 de mayo, a las 19, la médica estará en la sala Mateo Booz charlando sobre "alimentación infantil, crianza y amor".
“Vos sos una médica hegemónica y nunca vas a cambiar eso”, le dijeron a Sabrina Critzman en alguna de sus redes sociales. Lo que quiso ser un insulto no fue más que una forma de reafirmar a la médica: la influencer no reniega de la medicina ni de la ciencia, pero apuesta a otra forma de ejercerla. Critzman se formó en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y en el Hospital de Niños Pedro de Elizalde, es puericultora, Consultora de Porteo, co-fundadora de la Escuela Argentina de BLW, lleva publicados dos libros (“Hoy no es siempre” y “Comer y criar”), entre otros títulos. Además de hacer consultorio, tiene un canal de Youtube, dio charlas TED, da talleres casi semanalmente, en Rosario se presentará en un teatro y a través de sus redes sociales, Instagram sobre todo, recomienda libros, comparte recetas, hace consultorio clínico y responde preguntas de todo tipo, desde por qué se separó hasta qué hacer con un bebé, niño o niña que llora mucho, tiene mocos o no quiere comer nada.
En diálogo con RosarioPlus, Critzman adelantó de qué va a ir su charla en Rosario, presencial después de dos años de pandemia, y reflexionó sobre las formas de la crianza y la alimentación como pilares para toda la vida.
- ¿Qué expectativas tenes con la charla que vas a dar en Rosario?
- Estoy muy contenta, muy entusiasmada. Siento mucho agradecimiento a todo este camino y a toda esta gente que está logrando algo distinto de la medicina. ¡Una pediatra en un teatro! Ni en mis sueños más locos, hace 5 años, hubiera imaginado que esto sea una posibilidad, una forma de hacer medicina que no es la habitual ni la que una se hubiera imaginado.
- Después de dos años de interactuar sólo a través de la virtualidad, ¿qué ves que aporta lo presencial?
- Es hermoso vernos de forma presencial. Una aprende mucho de los lugares donde va. Argentina es un país muy grande, con muchas costumbres y tradiciones diferentes. Conocer a la gente, ver los lugares, conocer el impacto de políticas de salud, conocer qué se desayuna, almuerza y cena, cuáles son los horarios del colegio, del día a día, es algo que enriquece mucho y se puede llevar a otros lugares. A mí me cuentan algo de un lugar y yo lo voy a contar en otro, también para ver los contrastes entre los territorios. Además, encontrarnos también dispara emociones. Vernos las caras, escuchar las voces, y darnos un pequeño abrazo ayuda, hace bien, es enriquecedor.
- La charla es de “nutrición, crianza y amor”, ¿cómo relacionás cada uno de esos conceptos?
- La alimentación tiene muchas facetas. No se trata sólo de la nutrición, que tiene que ver con los nutrientes, los hidratos de carbono, las grasas, los minerales. Va más allá porque hay un contacto nutritivo, hay un transitar de la vida que tiene que ver con la nutrición de las emociones y, pensando en las infancias, es el acompañamiento a descubrir el mundo que ellos recién están empezando a ver. Creo firmemente que la crianza tiene que ver con la alimentación y la alimentación con la crianza. Venimos de modelos muy rígidos, del tipo “te comes todo porque yo digo”, de castigos o premios, que nos ha llevado a vincularnos de una manera triste con la comida. Nos lleva a comer “porque hay que terminarlo” y no a reconocer nociones de hambre o saciedad, por ejemplo. Hay adultos que no saben cuál es su comida favorita. Hay muchas personas que transitan trastornos de la conducta alimentaria hace muchísimos años, no es algo de los adolescentes. Y todo tiene que ver también con las estrategias de crianza, con la crianza que lamentablemente se ha planteado desde tratar la independencia: no abrazar a un niño o niña para que sea independiente, dejar llorar a una infancia para que sea independiente, castigar porque eso lo educa. Y la verdad es que desde el miedo poco podemos educar. Y la verdad es que deberíamos buscar educar desde el amor, criar desde el amor, con los límites que hay que transitar, obviamente, porque no se trata de dejar que los chicos hagan lo que quieran, sí transitar desde el amor.
- Estás describiendo lo que se llama “crianza respetuosa”. Hace un poco de ruido porque, ¿quién va a criar sin respetar?
- Es que no tendríamos que estar hablando de esto, tendría que ser una obviedad. Es como el nacimiento respetado, ¿cómo no vas a respetar a una persona que está dando a luz a un bebe? No hay que hablar de esto pero en nuestra cultura las infancias no se consideran personas y las personas gestantes que van a dar a luz a un bebe son sumamente vulneradas, la violencia obstétrica está a la orden del día. Hay que hablar de crianzas respetuosas, nacimientos respetuosos, aunque sí, parece redundante. El concepto que más me marcó a mí cuando empecé a estudiar todo esto es que las niñeces son personas. Hay que decirlo muchas veces, porque no es tan obvio. Por ejemplo: cuando nos tropezamos con un chico no le pedimos disculpas, le decimos que se puso en el camino. O le decimos cuánta comida tiene que comer, cuando no podes obligar a alguien, vos no le dirías eso a un compañero de trabajo. Se objetiviza a los niños, se plantea que tienen que hacer cierta cantidad de cosas y nos olvidamos de que son personas.
- ¿Se puede correr el riesgo de estar atravesando una nueva moda o imposición, de reemplazar una forma de criar por otra?
- Es que las infancias son personas y a las personas hay que respetarlas, eso hace caer un poco esta noción de que la crianza respetuosa es un método de crianza, ¿no? La crianza respetuosa no es una opción. No es una opción respetar o no a otra persona. Opciones son otras. Opción es decidir si haces BLW o le das papilla. Opción es elegir qué alimento le vamos a dar, a qué jardín lo mandamos, a qué escuela va a ir. Hay muchas opciones y tienen que ver con el contexto, la cultura, la información que tiene la familia. Otra cosa es decidir si vas a respetar o no a alguien. Entonces, la crianza respetuosa no es una opción. Después, dentro de la crianza hay millones de decisiones que tomamos como personas adultas a cargo de una infancia que van a estar bien o mal, que vamos a pensar que son la mejor opción y unos años después vamos a pensar que no era tan buena y eso está bien. No hay que ser perfectos. Es imposible buscar la crianza perfecta. Vamos a hacer lo que creamos mejor en ese momento. Hay familias que dicen “uy, con mi hijo mayor hice todo mal” y no, se hizo lo que creía mejor en ese momento. Hoy sabemos otras cosas. Hay que abrazarse a esa idea, se hizo lo que se creía mejor y ahora también y en todo caso podemos decir que no estuvo tan bueno. No hay que ser infalibles.
- Y cualquier imposición también es frustrante para los adultos, no solo para las infancias…
- Sí, desde todo punto de vista. Hay mandatos en todos lados y muy poco acompañamiento del deseo: para la lactancia, el tipo de parto, etcétera. Sobre todo del deseo, después se verán las circunstancias que van a cambiar el rumbo de las cosas indefectiblemente. La información tiene que ser clara, estar libre de prejuicios y de buscar llevar a una persona a una acción específica. Después, desde la medicina acompañamos los deseos de las familias y también la salud de las infancias.
- Dijiste que estar en un teatro es una forma de hacer medicina. Vos no renegás del sistema médico pero si cuestionás muchas cosas, ¿sentís o ves que cambian cosas desde esta forma de ejercer?
- Creo que sí. Que desde el estudio y desde la comunicación se puede aportar mucha información para repensar algunas prácticas que están establecidas. Una vez una persona, buscando lastimarme por las redes, me dijo algo así como “vos sos una médica hegemónica y nunca vas a cambiar eso”. Y eso es verdad. Yo me formé en un paradigma hegemónico y no voy a tener todas las respuestas ni todo lo que diga va a ser correcto, además las cosas van cambiando y tenemos que ser muy humildes ante la ciencia. Pero sabiendo que nos formamos en un paradigma hegemónico y que hay muchas cosas que vamos a seguir repensando por años; y si tenemos ciertas informaciones que aportan a otros profesionales u otras familias para preservar el derechos a las infancias a una infancia amada, saludable, está buenísimo poder compartirlo y creo que sí, que tiene un impacto, como tuvo un impacto en mí escuchar a otras personas que se habían replanteado ciertas situaciones aprendidas en su práctica. En la práctica médica hay mucho del aprender de lo que dice el otro. Hay mucho estudio pero hay mucho de “se hace esto porque siempre se hizo así”. Cuando uno revuelve un poco más, capaz que no, que se hizo así en los últimos 30 años bajo el influjo de empresas farmacéuticas o de alimentos. Entonces no es que siempre se hizo así, sino que se empezó a hacer cuando algunas empresas aparecieron en los congresos. Ahí empieza una a transitar un camino de búsqueda, de replanteos.
- ¿Cómo te sentís con tu rol de influencer de familias?
- (se ríe) Esto empieza porque yo quería contar lo que estaba estudiando. Abrí mi cuenta cuando empecé a estudiar puericultura. Los médicos, y voy a generalizar, disculpen quienes no se sientan incluidos, creemos que sabemos de lactancia. Y tuvimos 2 clases en toda la carrera. Cuando estudié puericultura me voló la cabeza y dije ¡ah, pero no sabía nada, nada! Hay tanta información. Yo empecé a contar esto en las redes y respondiendo preguntas que me había hecho desde la maternidad y las redes empezaron a crecer. Nunca busqué ser influencer. En esa época no había tantos médicos en las redes sociales, como ahora, y fue increíble. De a poco empecé a ordenar un poco todo esto, después vino mi primer libro - Hoy no es siempre - y bueno, es muy satisfactorio trabajar en esto.
- ¿Creés que en otra época te hubieras llevado igual de bien con la tele?
- Me gusta mucho la televisión, para mí es una herramienta muy poderosa. Hay mucha gente que ve tele al día de hoy y es una herramienta que aporta mucha información. Si la lactancia, los cuidados de la infancia o la alimentación infantil estuvieran en horario central habría mucha gente con acceso a esa información y sería muy útil.
- Vos hablas de alimentación familiar, no para niños. ¿Por qué?
- Yo veo que no hay una alimentación de las infancias en sí. Tal vez los bebés comen algo diferente los primeros 6 meses de alimentación complementaria, pero después y el resto de su vida, esa persona va a comer lo mismo que el resto de la familia. Entonces hay que enfocarse en eso. Nosotras somos hijas de los ultraprocesados. Yo aprendí que el puré de papa se hacía con papas a los 12 años. Para mí, era un polvo que venía en una bolsita, le ponías agua y salía un puré. Es difícil desarmar ese camino. Una buena estrategia es desarmarlo desde el sumar: sumar alimentos a nuestra mesa y tomar eso como un camino que puede llevar años. Ahora uno quiere hacer todo de un día para el otro. Hay gente a la que le va bárbaro. Tira todos los ultraprocesados y empieza de 0 y nunca más come algo así y me parece bárbaro. Pero hay otros que necesitan años para ir sumando y empujando otros productos. Si empezamos a sumar legumbres en preparaciones dulces y saladas, si sumamos cereales integrales, fruta al desayuno… Si rompemos con la idea de que el desayuno es una infusión y un panificado, y vemos que también podemos desayunar agua, fruta y tal vez una tortilla de papa, que es un desayuno completo y que el cuerpo reaccionaría mucho mejor a ese alimento… por cosas así es necesario trabajar en la alimentación de la familia. A las familias, obviamente, le pasan un montón de cosas: están criando, trabajando y tratando de llegar a fin de mes. Pasan muchas cosas, pero agregar a la mesa y la cocina alimentos más económicos y sencillos va a ayudar a la salud de todos y va a generar menor gasto a corto y largo plazo, porque nos vamos a enfermar menos.
- Se reniega de eso, como si fuera una dificultad que se suma, pero a la vez es un momento que genera mucha expectativa.
- Hay mucha expectativa alrededor de la alimentación complementaria y hay que bajarla un poco. Queremos que el bebé coma pero la única forma que tiene el bebe de aprender algo es jugando. Hay procesos que duran semanas y una piensa que no puede alimentar al bebé. Hay que tener paciencia. Nadie no aprendió a comer. El momento de exploración del bebé es muy importante y de hecho habría que aprender de ellos. ¿Qué pasa si piso este alimento? ¿Y si como algo que nunca había comido? Eso le pasa al bebé todo el día. Hay muchas personas adultas con dificultades de alimentación que se arrastraron desde la infancia. Hay personas adultas que no comen fruta o no comen algo que no sea fideo con queso; personas con problemas odontológicos o sensoriales. El impacto de la alimentación no se ha dicho muy en voz alta, es un “come y ya está” y nos olvidamos de la comensalidad, de estar con otras personas, compartir, de las miradas que hay en la mesa, las caras de los bebés. Todo eso es alimentarse también.