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En el primer acto oficial de Alberto Fernández en la ciudad como presidente de la Nación estuvo signado desde principio a fin por un hecho que por estos días conmueve a los rosarinos: la muerte de Carlos Orellano, el joven de 23 años cuyo cuerpo fue encontrado flotando en el río el miércoles por la tarde. Con el Paraná de fondo, como testigo pero también como protagonista, el reclamo por justicia se hizo oír y nadie quedó al margen, al tiempo que el sentimiento de rabia se apoderó de todos los presentes.

A metros de donde fue hallado el cuerpo de “Bocacha”, como lo llamaban sus amigos, el presidente protagonizó este jueves por la tarde uno de los discursos más encendidos y conmovedores en lo que va de su gestión, que no tuvo como eje a Manuel Belgrano. También a metros de allí lo escuchó atentamente la familia Orellano, que llegó al acto visiblemente emocionada, entre aplausos y mensajes de aliento por parte de los presentes, unos minutos antes de que comience, luego de reunirse con el presidente.

“Justicia x Carlos” y “Basta de impunidad” rezaban dos banderas ubicadas al frente de la multitud, rodeadas de trapos de Central, azules y amarillos, club del cual el joven era ferviente hincha y socio. Un poco más atrás quedaron las tradicionales pancartas sindicales. “Bocacha está presente” fue el cántico que sonó más fuerte en toda la tarde, interpretado con angustia y bronca por sus amigos, que al rayo del sol esperaron que hable el Presidente, en el lugar y el momento justo donde parece que las palabras caen sin red y van hacia ningún lado.

“Llegué más tarde porque antes de venir acá estuve con la familia de Carlos. Sabía que estaba retrasando todo esto pero hoy ellos me necesitaban más que ustedes”, mencionó Alberto promediando su discurso, bajo la atenta mirada de la familia del joven, que se rompía las manos aplaudiendo cada vez que el presidente se refería a las falencias de la justicia y de la policía santafesinas. Fueron los únicos instantes en los que la mamá de Bocacha soltó el cuadro con una foto de su hijo que tenía apoyado sobre su pecho.

Belgrano, por quien este jueves se conmemoraba el 208 aniversario del primer enarbolamiento de la bandera, pasó de ser el protagonista de la jornada a convertirse en un espectador de lujo. Por detrás de su flamante escultura, el Paraná sigue su curso, como si nada hubiera pasado. Mientras tanto y con lágrimas en los ojos, Edgardo habla con los periodistas sobre su hijo “Carlitos” y asegura –en presente- que “lo quiere todo el mundo”. Al final del día solo quedan el río, los recuerdos y el reclamo por justicia.