Tal vez, la gente no se muera nunca
Cinco partidos oficiales fueron los que Maradona vistió la casaca rojinegra, allá por 1993, en lo que significó su vuelta al fútbol argentino luego de diez años. La presentación fue con una práctica abierta ante 50 mil personas, constituyendo así el comienzo de una historia de amor y lealtad que ya lleva casi 30 años. Pese a su breve paso por el club, el Diez dejó una huella indiscutida y un estrecho vínculo con los hinchas de Newell's, quienes este miércoles lo recordaron en su templo.
Son muchas las letras del cancionero leproso que hacen referencia a este suceso que revolucionó no a media sino a toda la ciudad. Fue el propio Diego el que arengó ese amor en más de una ocasión, con videos virales luciendo la camiseta o en entrevistas en las que deseaba volver. También lo reafirmó en sus últimas visitas a la ciudad con motivo de los partidos que Gimnasia disputó tanto con la Lepra como con Central.
Se trata del mismo amor que este miércoles movilizó a una gran cantidad de fanáticos a acercarse al Estadio Marcelo Bielsa para rendirle homenaje al ídolo popular. A partir de que se conoció la noticia en horas del mediodía, las muestras de afecto en forma de ofrendas se concentraron detrás de la tribuna del Palomar, a los pies de un Diego esbozando un beso, con el short de las tres tiras y la emblemática camiseta estampada con "Yamaha".
Ahí donde faltan las palabras, los "Gracias, Diego" se multiplicaron en carteles manuscritos de todos los tamaños y colores. Sin juicios, odios, resentimientos o especulaciones, la sensación reinante era la de ir a despedir a un amigo al que se le debe mucho. "Olé, olé, olé, olé, Diego, Diego" seguido de un aplauso cerrado fue el telón de fondo de ese adiós para chicos, grandes y familias enteras. Muchos de los cuales ni siquiera fueron contemporáneos de su gambeta y para los que Maradona es una relato surrealista transmitida por sus abuelos, tíos, padres o hermanos.
"Tal vez, la gente no se muera nunca. Quizás al morir le llega el nombre de la muerte y mientras sigue rebotando la idea de la muerte contra el signo y la noción de la muerte, la vida continúa en suspenso", escribió alguna vez Fogwill. Puede que pensar que para Maradona no hay punto final sea la única forma de transitar las horas más tristes del día más triste del año más triste. Casi como un intervalo, un entretiempo, para que se cambie los botines, ajuste los cordones, y vuelva al verde césped. Porque cuando se trata de Diego lo único definitivo es la eternidad.