__tadevel:head__

La pasión por el fútbol divide la ciudad. Central y Newell’s se disputan todo dentro y fuera de la cancha. Lo hacen los hinchas y los jugadores, y hasta los dirigentes, quienes tropiezan seguido con la demagogia, en afán de conservar la empatía de su público. Esos contrastes que mantienen viva la principal rivalidad rosarina esconden un costado en el que las diferencias son tan pronunciadas que llegan a la desigualdad. Porque a la hora de poner en la balanza el poderío económico, Central le gana por paliza a Newell’s.

 

Los canayas invertirán el primer semestre del año el triple que los leprosos en el fútbol profesional, llegando a los 90 millones de pesos, contra los 30 millones que abonarán los leprosos. La asimetría nunca fue tan grande y tiene su punto de largada en el apoyo que los auriazules hacen sobre su institución, duplicando en socios a los rojinegros. Central viene de sumar dos mil socios y va en camino a los 60 mil; Newell’s ya está por debajo de los 30 mil.

 

Si la inversión que un club hace sobre el fútbol profesional tuviera relación directa con los resultados del equipo, Central cuenta con la seguridad de que ganará todos los clásicos, al menos de conservarse las finanzas que tienen por estos días cada una de las instituciones. Es que en cuanto a músculo económico, no hay paridad entre auriazules y rojinegros.

 

Central invirtió el año pasado en el fútbol profesional 180 millones de pesos para pagar los contratos de todos los profesionales, entre jugadores y cuerpo técnico. De acuerdo con la cotización del dólar, en 2017 la tesorería auriazul destinó aproximadamente un millón de dólares por mes. Para el primer semestre de este año el club, por primera vez en las últimas tres temporadas, no aumenta las cifras que destina al primer equipo, pero conserva inversiones mensuales en salarios por arriba de los 15 millones de pesos. Este presupuesto corre con la misma fuerza que los clubes grandes de Buenos Aires, a excepción de Boca y River, que realmente están en otra dimensión.

 

En cambio, Newell’s hizo un recorte pronunciado del presupuesto en fútbol y tiene previsto pagar menos de lo que dispuso durante todo el 2017, 70 millones de pesos. Es decir que este primer semestre de 2018 Newell’s invertirá en fútbol 30 millones de pesos, a razón de 5 millones de pesos por mes, aproximadamente. Eso significa un tercio de los billetes que se reparten en Arroyito.

 

El severo ajuste se debe a que el club se desprendió de todas las figuras (Maxi Rodríguez, Ignacio Scocco, Mauro Formica) y dejó a un lado la modalidad de contratación de jugadores con sueldos y primas. En el parque Independencia se pagan sueldos y nada más. Una inversión muy modesta, análoga con los equipos que aspiran a conservar la categoría.

 

 El socio, la mayor diferencia.

 

Si bien Central vendió jugadores por casi 40 millones de dólares en los últimos tres años, lo cierto es que su presupuesto no tiene dependencia directa con el éxito de los canayas para hacer valer el pase de sus jugadores. La balanza contable se inclina a favor de los auriazules por el apoyo masivo que hacen sus hinchas sobre la institución.

 

En 2014, Central y Newell’s pujaban socio a socio para saber quién tenía el padrón más grande. Desde entonces, los canayas no pararon de crecer –más allá de algunos momentos de crisis y decepción deportiva—mientras que los leprosos no dejaron de perder afiliados. El fenómeno de los canayas comenzó con el equipo en el Nacional B y explotó con la gestión de Raúl Broglia. El club tiene una administración profesional, mejoró notablemente sus instalaciones y servicios y logró así despertar el sentido de pertenencia de sus hinchas, al punto de que el club irá a elecciones a fin de año con un padrón que hoy está en 57 mil socios. “El año pasado bajó y llegó a estar casi a 50 mil socios pero luego hubo una recuperación que se apuntaló en los últimos meses y hoy volvemos a estar cerca de los 60 mil socios”, señaló un asesor de la dirigencia en el área administrativa del club.  

 

Newell’s, luego del triunfo en las urnas de Eduardo Bermúdez en junio de 2016, padeció una diáspora incesante de socios e incluso llegó a tocar piso por debajo de las 30 mil fichas. Porque hoy la institución se mantiene apenas por encima de 25 mil socios, registro que se espera mejorar con el inicio de la Superliga, pero que está claramente por debajo de la mitad de socios que tienen los canayas. Y esto es clave. Porque los ingresos por cobro de cuotas son fundamentales cuando se definen presupuestos para el primer equipo.