La decisión de Meghan y Harry golpeó con fuerza a la corona británica
La decisión del príncipe Harry y la duquesa Meghan Markle de renunciar a las funciones que cumplen en la monarquía británica y trabajar para su independencia financiera, golpeó con fuerza a la familia real y fue catalogada como una medida "muy impopular" por distintos expertos en temas de la realeza.
Los duques de Sussex provocaron una gran conmoción en todo el Reino Unido al anunciar anoche en un comunicado que habían decidido abandonar parcialmente esas responsabilidades, lo que fue comparado con la abdicación al trono del rey Eduardo VIII en 1936 para casarse con Wallis Simpson, que era estadounidense como Meghan.
Según la prensa europea y expertos en temas de la corona, la pareja no consultó su decisión ni con la reina Isabel II ni con el príncipe de Gales, esposo de la soberana.
Harry, de 35 años, y Meghan, de 38, aseguraron además que planean equilibrar su tiempo entre el Reino Unido y América del Norte, para facilitar la crianza de su hijo sin dejar de lado la tradición real en la que nació.
Además, ese paso atrás les permitirá tener espacio para centrarse en una próxima etapa, incluido el lanzamiento de una nueva fundación de beneficencia.
La medida fue calificada por Jonny Dymond, corresponsal real y presentador de BBC News, como "devastadora" para la reina Isabel II, y apenas se conoció la noticia el Palacio de Buckingham emitió un escueto comunicado en el que expresó que el anuncio era "personal" y que no lo había aprobado.
Por su parte, la historiadora británica Elizabeth Norton dijo en diálogo con Télam que la novedad "se suma a unos meses ya difíciles para la reina y, una vez más, pone a la familia real bajo un escrutinio crítico".
"Si mantienen sus títulos, su residencia real en Frogmore Cottage, la ciudad de Windsor, y siguen recibiendo fondos del Estado para pagar su protección es probable que se enfrenten a críticas, al igual que cuando tampoco lleven a cabo un número sustancial de compromisos", aseguró.
Los contribuyentes pagaron 2,4 millones de libras (unos 3,13 millones de dólares) para renovar el edificio, al que se mudó la pareja hace solo nueve meses.
Después de que se publicaron las cuentas reales anuales en junio pasado, grupos activistas antimonárquicos como Campaign Group Republic, pidieron que se iniciara una investigación parlamentaria sobre el gasto en la monarquía.
Norton, que obtuvo una maestría en Arqueología y Antropología de la Universidad de Cambridge y se especializa en escribir sobre las reinas de Inglaterra y el período Tudor, cree que ya se están llevando a cabo algunas negociaciones muy complejas sobre el futuro rol de la monarquía con la reina Isabel II y su esposo, el príncipe de Gales.
Según la historiadora británica, al igual que el príncipe Andrés, Meghan y Harry "probablemente esperarán mantener sus títulos y su estatus real, aunque desempeñando un papel muy reducido en la propia familia real".
En una columna del tabloide británico Express, la periodista y escritora Margaret Holder aseguró que la decisión se estaba tomando hace meses, y se explica porque los duques de Sussex se sintieron marginados debido a que los planes para mantener a la monarquía segura de cara al futuro aparentemente no los incluían a ellos ni a su pequeño hijo Archie.
Holder señaló que Markle tampoco pudo adaptarse a la vida como miembro principal de la familia real.