El gobierno nacional está tratando -y pudiendo, lo que es más importante- de explicar con claridad cuáles son los problemas que enfrenta el país y por qué las soluciones son algo más complejas que los gritos que pega la ultraderecha que empezó a juntar votos entre una sociedad decepcionada e impaciente. Las estridencias no superan esos escollos sino la reunión de todo el poder posible del Estado para una dirección determinada.

Por eso la frase de Alberto Fernández “la vez que nos dividimos (Mauricio) Macri fue presidente”, cobra un sentido político irrefutable. Y algunos peronistas proponen recordar
también lo que pasó cuando “no nos gustaba mucho Daniel Scioli y recién nos pusimos a militarlo cuando era tarde”. La solución del dilema es la misma: Ganó Macri.

Pero más allá de los resultados electorales que no sólo dependen del mayor o menor éxito que tenga una gestión (aunque influyen, obviamente) están los números que hay que cambiar y eso siempre requiere no sólo de voluntad política. Para eso fueron los reportajes que dio el presidente en estos días, para dimensionar que no sólo es su mentada tibieza política.

Fernández volvió a poner en el centro del debate la suba de las retenciones a las exportaciones agropecuarias como mecanismo para controlar los precios internos. Pero explicó algo que muchos desconocen: ya no se puede tomar esa decisión por decreto como en 2008 cuando las
facultades estaban delegadas en el presidente sino que hay que hacerlo mediante una ley del Congreso para aquellas alícuotas que están en el tope del 33%.

Pero también el presidente expuso con claridad que hoy no tendría el número de votos necesarios para que una ley de esas características prospere en el poder legislativo. Y puso como ejemplo que el sólo hecho de esbozar el impuesto a la renta inesperada disparó un
tractorazo más organizado por la oposición que por el campo real que no se vería afectado por ese tributo; con lo que hay que imaginar el rechazo político que desataría una suba generalizada de retenciones.

La política, los dólares y el salario

Paso seguido, le tiró la responsabilidad a los opositores, ustedes qué proponen a cambio dijo el presidente. Por supuesto, el silencio fue estridente. Es obvio que el mensaje no es sólo para la oposición sino también para aquellos dirigentes del Frente de Todos que imaginan que se está en una playa donde va a suceder el desembarco del Granma. Argentina tiene hoy los salarios más bajos en dólares de la región, unos 632 dólares en promedio, pero a la vez los sueldos argentinos son los que más subieron desde que asumió este gobierno y el dólar aumentó 
la mitad que la inflación (todas las cifras contenidas en un informe de ZonaJobs/Jobint citado por LaPolíticaonline y medido en dólar MEP). 

Lo cual daría por tierra con el argumento kirchnerista de que este es un gobierno que lleva adelante un “modelo de salarios bajos” aunque sí es posible que “alguien esté fallando”, como dijo la vicepresidenta Cristina Kirchner.

Como sea, los salarios y la falta de dólares constituyen hoy el problema central de la economía nacional y en eso sí hay un consenso bastante amplio. Otra consultora aporta cifras contundentes. Eco Go asegura que en dos años de gestión, el Banco Central le entregó 21 mil
millones de dólares a precio oficial al sector privado para pagar el endeudamiento que contrajo durante el gobierno de Macri, como dice el periodista especializado Diego Genoud.

También hay que sumar que las importaciones treparon a casi 7 mil millones de dólares en marzo y abril. Productores de autos y textiles aumentaron los precios en 266% y 248% en dos años y medio, cuando la inflación acumulada en ese periodo fue de 162%.

Los economistas de Eco Go aseguran que de esta forma la brecha cambiaria altísima genera gran distorsión de precios relativos y provoca enormes transferencias de divisas a los sectores importadores y a las grandes empresas que cancelan deudas con divisas baratas.
Ahora bien, frenar esta demanda es sumamente complicado.

Empleo a full

Estas distorsiones están provocando otros fenómenos que no se vieron antes, como los números de esta semana del Indec que marcaron que Rosario se ubicó como el segundo centro geográfico del país que más trabajo creó. En un contexto donde el 77% de los distritos que
conforman el territorio nacional registraron más empleo formal en relación a marzo de 2020.

La etapa post pandemia en Argentina expuso que el 77% de los distritos que conforman el territorio nacional registraron más empleo formal en relación a marzo de 2020. En ese listado, Rosario se ubicó como el segundo centro geográfico del país que más trabajo creó. El informe
dio a conocer que en la ciudad se crearon 4.202 puestos formales privados, lo cual se explica mayormente por la industria (sobre todo la metalmecánica, automotriz, caucho y plástico y alimentos).

El director regional centro del Ministerio de Trabajo de la Nación, Cristian Recchio habló esta semana con Sí 98.9 y aseguró que se observa un fuerte crecimiento del empleo asalariado en la industria, básicamente automotriz, metalmecánica y línea blanca. “Es empleo de calidad, tenemos además una demanda de trabajo con alta calificación”, dijo el funcionario.

Pero Recchio reconoció que este proceso no está siendo acompañado por el poder adquisitivo “y acá es donde corremos riesgo. Se puede frenar el crecimiento si se frena el empleo”, advirtió. El tema de fondo es la redistribución del ingreso porque hay trabajadores asalariados por
debajo del nivel de pobreza.