Para reflexionar: sobre el film El Suplente y los cuatro adolescentes baleados
En la película El suplente, al profesor Lucio le surge un trabajo de reemplazo en la materia de Lengua en un colegio secundario del conurbano bonaerense. Una colega le advierte en referencia al clásico de Sarmiento: “Bienvenido a la barbarie”.
El docente persiste y entre rapeos y textos sentidos, los alumnos sueltan la mano y escriben tareas sobre sus propias vidas, en una catarsis, un círculo de confianza. Con la aparición de drogas en el baño del colegio, la realidad se volvió un relato imposible. La escuela quedó intervenida por gendarmes, el líder narco del barrio se volvió un rol clave, mientras los vecinos le disputan el territorio con la creación de un comedor barrial que rescata a los vecinos, con trabajo y con comida, de caer en la venta de estupefacientes. Ya nada es igual en el curso de Lucio, en el que cuatro alumnos no volvieron: una por temor de sus padres en una escuela militarizada, otro se esconde de la ley a sabiendas que es buscado, el tercero cae preso y del cuarto no se sabe más nada.
Las comparaciones no suelen hacer justicia, y es sabido que la realidad supera a las ficciones. Pero este viernes, luego de 48 horas de crudas balaceras y fallecidos en Rosario, se destaca que entre todos los ciudadanos baleados hay cuatro alumnos de un mismo establecimiento escolar en barrio Triángulo. La escuela Lola Mora N° 240 no abrió por duelo este viernes. Sus directivos reclamaron en las radios que las autoridades hagan algo por los chicos. Dos de ellos, baleados el miércoles en la vereda de Seguí y Calchaquí, pelean por sus vidas internados en el HECA, mientras la comunidad educativa despide a los dos fallecidos este jueves. Tenían 14 años.
El universo delictivo, como se metió en los hogares donde miles de mujeres jóvenes maternan, también se metió en escuelas. No es algo nuevo, pero es algo que al menos por estos días no deben las autoridades educativas –Ministerio, gremios, docentes y directivos- dejar de leer. Sus alumnos son víctimas de esta sociedad violenta. A ellos y a sus familias le deben un análisis y propuestas concretas, tanto educativas en el nivel de enseñanza que hoy se pone en cuestionamiento, como una seguridad firme contra la narcocriminalidad.
Al momento se desconoce los vínculos entre los cuatro jóvenes o las circunstancias y causas en que los atacaron, y no es motivo de pregunta en esta nota sobre si eran o no soldaditos como sí ocurre en algunos personajes del film del cineasta Diego Lerman. Pero la realidad es demasiado terrible para que las escuelas rosarinas se planteen cómo seguir con la enseñanza cuando a sus alumnos se los mata a punta de pistola.
El film El Suplente es tan similar a la realidad de esta ciudad que duele: es un bofetazo de lo que podría suceder si alguna vez un docente encontrara drogas para la venta en un baño escolar, y la salida es toda una discusión de plenario que, como en el film, todos los estratos de la educación deberían darse.