El presidente Fenómeno Barrial y el ministro Toto de la Champions se lanzaron en estos días a la búsqueda desenfrenada de dólares negros de origen bien diverso para garantizar la clave del éxito político de la Revolución Liberal Libertaria: tipo de cambio barato y consecuente desaceleración inflacionaria. Si para eso hay que rogarle a Pablo Escobar Gaviria y a Tony Montana que blanqueen sus billetines, así será

El risueñamente denominado “Plan de reparación histórica de los ahorros”, como es lógico y previsible, puso en alerta al gobierno santafesino, que conduce una provincia estragada desde hace décadas por la atroz violencia narcocriminal. Está por verse qué tan eficaces pueden ser los instrumentos de control de la Casa Gris, en tanto las herramientas más potentes están en manos de la administración que admira a los heroicos evasores.

No hay nada novedoso en el enfoque económico real. Como ocurrió quichicientas veces en la historia de esta Patria que hoy festeja su cumpleaños 215, el ancla cambiaria garpa en popularidad coyuntural y su sostenibilidad es escasamente discutida por la intelligentzia política, empresarial y periodística que celebra un desopilante “orden macro”. Curiosa caracterización de un proceso que en poco más de un año ya se fumó una devaluación machaza, el ajuste más grande la historia de la humanidad y planetas aledaños, un blanqueo de generosidad inolvidable y otro préstamo tan descomunal como impagable del FMI.

El Círculo Rojo o el establishment o la oligarquía, ponga el lector el nombre que más le plazca, finge redonda demencia ante las paparruchadas teóricas que cotidianamente escupe el presidente en discursos y redes. Sabe que el ministro de Economía lo vitorea en Twitter para, un segundo después, darse vuelta y hacer todo lo contrario.

Nada nuevo bajo el sol del 25, en definitiva. La canción es la misma también en Santa Fe, donde los senadores provinciales del PJ le otorgaron en apenas una semana el aval al gobierno de Maximiliano Pullaro para endeudarse por más de 1.000 millones de dólares, una cifra que no encuentra antecedentes en la historia local.
Recuperaron así su tradicional rol de dadores de gobernabilidad de las gestiones provinciales, especialmente de aquellas comandadas por fuerzas no peronistas. Ocurrió con la deuda en moneda dura durante la administración de Miguel Lifschitz, pero también con el acuerdo por el Fondo de Fortalecimiento Institucional (más conocido como los subsidios) en el gobierno de Antonio Bonfatti y la Boleta Única de Papel en los años de Hermes Binner. Por citar sólo un puñadito de ejemplos.

Lo antedicho no constituye un reproche, ni siquiera una irrelevante opinión de este triste escriba. Se trata, ni más ni menos, de acuerdos políticos propios de un sistema democrático. Los resultados dirán si esos pactos resultaron beneficiosos para los representados y no sólo para los representantes.

Sí resulta enternecedor que los mismos senadores que ahora hicieron pim pum pam y respaldaron sin pestañear semejante medida económica, hace apenas un par de meses ponían el grito en el cielo por la presunta inconducta de los diputados del ex gobernador Omar Perotti porque votaron, sin pasar por las instancias partidarias, a favor de la reforma constitucional.

Se trata, al fin y al cabo, de otro emergente de la extensa crisis de fragmentación que atraviesa el peronismo santafesino (ni que hablar el nacional), que no se resuelve mediante pretensas disciplinas orgánicas que nadie acata sino haciendo política. Parece sencillo, definitivamente no lo es.

Es lo que hacen Milei y Pullaro, en síntesis. Puede gustar o no, como el locro, pero ahí está, sobre la mesa. Que tengan un feliz día de la Patria.