Por sus caminos pasaron figuras históricas como Manuel Belgrano, José de San Martín y Charles Darwin, supo ser el jardín de la burguesía rosarina pero se transformó en un barrio popular por la instalación de un frigorífico; tiene himno, bandera y escudo; todas estas características, que bien podrían ser la de cualquier país de Latinoamérca, pertenecen a un reconocido barrio de la ciudad que desde este viernes recuperó su antiguo nombre: República del Saladillo.

El Concejo Municipal aprobó este jueves, por unanimidad, la denominación de “República del Saladillo” para el barrio comprendido entre las calles Lamadrid, Av. Bermúdez (desde Arijón hasta Lamadrid), Av. Arijón, Leyva (hasta el límite del municipio con el arroyo Saladillo) y la Costanera. La iniciativa ingresó al Palacio Vasallo en respuesta a una demanda que nace de asociaciones y vecinos de la zona sur de la ciudad.

“Queríamos recuperar el nombre del barrio y establecer los límites históricos”, indicó Nora Laborde, historiadora y vecina del Saladillo, y continuó: “Siempre tuvimos el anhelo de crear la República, porque hace unos años se hizo un concurso para que Saladillo tenga su bandera”. 

Además de bandera, el barrio cuenta con un himno, diferentes canciones y un escudo. “Varios vecinos hicieron canciones sobre Saladillo, porque es un barrio con muchísima historia, somos el origen de Rosario”, indicó la museóloga, en diálogo con Rosario Plus.

Según la normativa, el barrio República del Saladillo queda comprendido por el área delimitada por las calles Lamadrid, Av. Bermúdez (desde Arijón hasta Lamadrid), Av. Arijón, Leyva (hasta el límite del municipio con el arroyo Saladillo) y la Costanera. Asimismo, debieron establecerse nuevas delimitaciones a los barrios Esteban Echeverría y Roque Sáenz Peña.

El proyecto fue impulsado  por un amplio conjunto de actores sociales y vecinos, entre los que se encuentran la Asociación Vecinal Parque Regional Sur, Vecinal 22 de Julio, Centro Comercial Ayacucho, Escuela Musto, Comisión de Asociados Banco Credicoop, Rotary Club de Rosario Saladillo, Asamblea Ayacucho y Arijón, Parroquia Nuestra Señora de La Merced, Casa Arijón, Grupo de Facebook República del Saladillo, Saladillo Club, Contacto Ciudadano, Crónicas Barriales, y vecinos destacados como la historiadora Nora Laborde.

La primera ocupación de las tierras del actual barrio República del Saladillo se remonta a 1689 cuando el Capitán Luis Romero de Pineda recibió por Merced Real el derecho sobre tierras ubicadas en la costanera santafesina y estableció su estancia a la altura del Arroyo Saladillo, dedicándose principalmente a la producción ganadera. Más tarde, la estancia fue abandonada en 1720 debido a los constantes ataques de pueblos originarios, trasladándose más al norte.

“Después viene la parte de la burguesía, cuando Manuel Arijón llega de España con muy poco dinero y empieza a generar una fortuna, con la cual compra la aldea del Saladillo, que no pertenecía a Rosario, e instala su casa”, recordó la historiadora, y comentó que el empresario desarrolló la zona, estableciendo el primer balneario público de Latinoamérica y construyendo mansiones veraniegas que atrajeron a la burguesía rosarina que vivía en calle Oroño.

Tras la muerte de Manuel Arijón en 1900, sus sucesores vendieron las tierras a la «Sociedad Anónima del Saladillo», que decidió urbanizar la zona hasta la calle San Martín, mientras que el resto se destinó a quintas. Parte de estas tierras se vendieron a la Provincia de Santa Fe para la construcción del Regimiento 11 de Infantería y los "Baños del Saladillo". 

A partir de 1924, Saladillo se fue transformando en un barrio obrero con la instalación del frigorífico Swift. Estos cambios fueron acompañados por una fuerte corriente inmigratoria en la que predominaban yugoslavos, griegos, rusos y polacos, quienes además de trabajar en esa empresa frigorífica asumieron, a su vez, un papel importante en los primeros pasos de la organización sindical. “Por una sequía muy importante en Argentina, también vino mucha gente del Litoral y la Pampa húmeda”, agregó Laborde, y comentó: “Se nos llamaba el lugar de las mil lenguas”.

Respecto a la conversión del barrio, la museóloga explicó: “Por las chimeneas del frigorífico salía un olor que a la burguesía le molestaba y muchos decidieron irse o vender sus propiedades”.

Aunque todavía se conservan viejas casonas en el barrio, habitadas por alguna familia adinerada, la mayoría de los vecinos pertenecen a la clase obrera que se gestó en base al trabaja en el frigorífico Swift y las industrias del sur rosarino y el norte de Villa Gobernador Gálvez.

“Independientemente de las ideas políticas y religiosas, los vecinos hace varios años que venimos impulsando la recuperación del nombre”, volvió a relatar Nora Laborde, y describió al barrio como “la verdadera democracia naturalizada” por los vínculos que se establecieron entre los vecinos.