¿Qué haría alguien con un tío desaparecido, si se enterara de que un represor de donde estuvo su familiar, reside a pocos kilómetros suyo, con un apellido diferente, buscado por Interpol y por la Justicia argentina?

Este interrogante se hizo en su momento el periodista y cineasta Sergio Shlomo Slutzky cuando se enteró que un represor, de nombre Teodoro Aníbal Gauto, vive a pocos kilómetros de él. La historia en la que decidió embarcarse como misión de vida desde 2014 es de una búsqueda de Justicia, la de Argentina o la de Israel. El resultado fue su documental “Nuestra bronca”, que se proyecta en los Espacios INCAA de todo el país, desde su estreno en noviembre pasado en el cine Gaumont.

“Como a los nazis les va a pasar. Adonde vayan los iremos a buscar”, cantan en una escena un grupo de argentinos familiares de desaparecidos que viven en Israel. Desplegaron carteles de Nunca Más, repartieron panfletos oficiales -que rezan Buscado por delitos de lesa humanidad- con la cara de Gauto, y vistieron remeras que en hebreo rezan Juicio y Castigo. El lugar es justo debajo del departamento del represor en cuestión, quien al arribar a Israel cambió su nombre a Yosef Carmel. En el film se registró el escrache, lleno de emociones fuertes, en un espejo al otro lado del globo con los escraches que reproducen los miembros de H.I.J.O.S en estas orillas, cada vez que saben de un represor con el beneficio de prisión domiciliaria.

El escrache realizado frente a la casa del represor, que se puede observar en el film.

Gauto lleva ya 20 años haciendo una vida libre en Israel. Una persona señalada como empleado civil del Ejército Argentino, por el delito internacional de Lesa Humanidad de haber servido en un centro clandestino de detención, más específicamente “La Cacha”, en la ciudad de La Plata, durante la última dictadura militar. El juicio en el Juzgado Federal n° de esa ciudad se realizó en 2014, con 128 imputados y tres ausentes: uno falleció en Panamá, otro fue detenido en Uruguay, y Gauto, buscado como partícipe de la maquinaria burocrática en homicidios, sustracción de menores y torturas.

“El problema por el cual permanece en libertad es que no hay acuerdo de extradición entre ambos países. Argentina pide su extradición para interrogarlo en el marco de la causa de La Cacha, e Israel solo puede habilitar su extradición en caso de que busquen juzgarlo”, explicó el periodista, en una entrevista realizada en un café del noroeste de Tel Aviv, donde reside.

Más de ocho años pasaron del momento en que supo y comenzó a investigar a Gauto. Shlomo logró el compromiso de ministros, de la AMIA, y hasta del propio presidente argentino actual Alberto Fernández cuando visitó Israel (ver apartado), el film fue realizado junto a su hijo Tomer que es cineasta también, y con el apoyo de INCAA a través de Rodolfo Durán, y el canal de tv 11 oficial de Israel. Y tuvo un diploma de la plataforma CONTAR, mención de honor en el Haifa Film Festival, selección en el Warsaw Film Festival. Pero en la Justicia siguió todo sin muchos avances.

También gracias a esta investigación que se materializó en el film “Nuestra Bronca”, Argentina considera renovar el pedido de captura de Interpol, e Israel estudia el asunto también, ya que gracias a la investigación de años de Shlomo Slutzky, una causa fue abierta en la Corte Suprema israelí, aunque no por Lesa Humanidad sino por falso testimonio ante el Estado en torno a su omisión de que cuenta con causas por estafas económicas (ver apartado).

Shlomo nació en Buenos Aires en 1956, y 20 años después despertó con tanques en la puerta de su casa. Fue así que se fue a vivir a Israel donde transcurrió toda su vida, siempre en vínculo con su argentinidad, y se dedicó al periodismo y al documentalismo. En su familia nada se hablaba de un tío desaparecido, Samuel Slutzky, historia que conoció recién en 2012 por el hijo, Mariano, un primo que también es periodista y vive en Europa.

Shlomo junto a su hijo Tomer, ambos realizadores de este documental que se podrá ver en los Espacios INCAA del país y en plataformas.

Dos años después, cuando comenzó el juicio fue que Shlomo se enteró que Gauto estaba prófugo por crímenes de Lesa Humanidad, y quien se lo dijo fue este hijo del tío desaparecido: “Fue durante ese juicio que nos enteramos que había tres personas de las imputadas que permanecían prófugas. Y un amigo que cubría el juicio me dijo “es increíble, ¿dónde pensás que esta este tipo? En Israel”. Yo no lo creí del todo, pero busqué su dirección y la encontré en Kiryat Bialik. Fue entonces que Slutzky decidió no dar la espalda a su historia como hizo la generación anterior a él.

Al comienzo de su investigación, Shlomo pudo entrevistar a Gauto telefónicamente, y en el film se puede ver esa conversación, ya que cada avance en la causa, decidió registrarlo: “Entonces le hice una entrevista telefónica y la grabé durante una hora. Se puede deducir que él sabía más de lo que decía, que supuestamente nunca escuchó de La Cacha. Pero después dijo que dos hermanos suyos trabajaban en el destacamento y que quizás lo confundían con uno de ellos. Y lo dijo porque total sus hermanos ya fallecieron”.

En la entrevista, Gauto le dijo: “Lo único cierto es que trabajé como empleado civil en el Destacamento de Inteligencia 101. Llenaba fichas con nombres de detenidos y datos como ‘comunista’, ‘marxista’, ‘leninista’. Tenía 20 años, entré para poder comprarme el auto y la pilcha, yo no tenía ninguna ideología”.

A tres años de avanzar en su investigación, Shlomo hizo público el asunto en varios medios israelíes. Esa exposición mediática llevó al gobierno a dar respuestas, y Gauto, que residía en Haifa entonces, fue tildado como “el nazi de Argentina”, incluso en una nota dijo: "Se dice que Eichmann también era un administrativo, pero yo soy Teodoro Aníbal Gauto". Y producto del malestar social que rondó en su vecindario, debió mudarse a Kiryat Bialik donde reside hasta ahora.

Shlomo llevó entonces el caso a la Justicia israelí con un abogado especialista para que le quiten la ciudadanía. Según piensan, hay chances de lograrlo, porque el denunciante “representa a un pueblo damnificado y una herida abierta”, ya que forma parte de la Comisión de Familiares de Desaparecidos.

“En 2017 cuando fuimos a la Corte de Israel nos dimos cuenta que nos están bicicleteando, y entendimos que en la medida que no se puede hacer justicia. La búsqueda con el documental es que se conozca el asunto para llegar así a que la sociedad conozca el asunto”, confió en la entrevista para Rosarioplus.com.

A esto se agrega el agravante de que había información sobre Gauto que era secreto de Estado, y esto despertó la sospecha de Shlomo y los familiares de desaparecidos sobre una posible colaboración de Gauto en otros tiempos con ese Gobierno.

“Recuerdo que al presentarse en la audiencia en Israel, yo como denunciante debí retirarme de la sala. No pude enterarme de cosas sobre Gauto que los jueces y varios ministerios de Israel sí. No puedo confirmar que era agente secreto de inteligencia anotado como oficinista, ni que era general. Pero sí sabemos que trabajaba de civil en el destacamento 101 de inteligencia. Ese destacamento es parte del batallón 601, responsable de la muerte de miles de personas. El destacamento transmitía informaciones a la inteligencia militar. Muchos años tuve esta idea, y cuando estábamos haciendo el documental lo corroboramos”, afirmó.

Muchos documentales son más fáciles de hacer porque se basan en historias pasadas. “Si quisiéramos contar el cruce de San Martin por la cordillera, están todos muertos, es más simple. Nosotros filmamos lo que fue ocurriendo, y este represor vive en Israel. Filmamos cada llamada, cada entrevista, el juicio de La Cacha en La Plata y la audiencia de la Corte Suprema de Israel”, destacó.

Interpol y causas anteriores por delitos económicos

La historia de Gauto con la Justicia no comienza ni acaba en la causa de La Cacha. También había una cuestión suya con el Banco Central. Durante la democracia en Argentina fue tesorero y estafó a clientes argentinos. También tenía otras órdenes de captura anteriores de Interpol, por fraude en España.

En 2002 cuando abrió su carpeta para solicitar ciudadanía en Israel –tenía el derecho por estar casado con una mujer judía-, declaró no tener causas en su contra. Shlomo le consultó en torno a este asunto durante la entrevista telefónica que le realizó, “y dijo que entiende que por eso se podía revocar su vida en Israel y que lo extraditen”. Es decir, es consciente de haber brindado un falso testimonio para ingresar al país en el que reside hace 21 años.

En el documental la investigación avanza con más de 30 entrevistados, entre los cuales está el ex cónsul israelí en Argentina de los tiempos de la Dictadura, quien reconoció que “Israel estaba dispuesto a hacer transacciones de armas a cambio de información”, ya que conocían por inteligencia que miembros de Montoneros se entrenaban en el Líbano. Incluso confirmó que “Israel fue proveedor de armas a la Argentina solamente durante la dictadura”.

Aunque ministros argentinos se expresaron apoyando la extradición, en la causa judicial de La Cacha II se decidió postergar el juicio cambiando el juez y bajando la orden de arresto de Interpol. Fue entonces cuando Shlomo tuvo un infarto y una cirugía de urgencia a meses de una nueva audiencia en 2019. “Este es el objetivo que el destino me impuso, pude rechazarlo, pero me hice cargo”.

Para que la Justicia argentina vuelva a reclamar la extradición para interrogarlo hacen falta nuevas pruebas en la causa. Es por eso que en marzo del año pasado Shlomo dio testimonio en el juzgado de La Plata, y confió a este medio: “Allí mostré fotos de Gauto cuando era joven en los ‘80. Es una buena prueba porque los sobrevivientes que participaron en el juicio vieron sus fotos de ahora. Las fotos estaban en un expediente argentino, y sin embargo a los testigos hasta ahora les mostraban las fotos más recientes. Las conseguí con abogados del archivo del expediente de 1998 por la estafa económica”.

El compromiso del presidente de Argentina

En un fragmento final del documental se narra cómo Shlomo Slutzky es recibido por el presidente en ejercicio Alberto Fernández junto a su comitiva, que viajó a Israel para el aniversario de conmemoración del Holocausto. Vino por menos de 48 horas, y fue justo unos días antes de la pandemia, a comienzos del 2020.

“Cuando supe que venía el presidente llamé a la comitiva, y les dije si querían ir al Bosque de la Memoria, pero ahí no llegaban con el tiempo. Entonces nos citaron en el hotel King David de Jerusalem”, recordó el periodista, quien a su vez aclaró: “Cuando me concedieron la reunión pense que era algo armado para la prensa, pero nos reunimos una hora y media hablando sobre el caso Gauto y sobre los juicios de lesa humanidad”.

En la reunión Fernández le aseveró: “Me voy a ocupar del tema, quedate tranquilo. Ahí en ese Whatsapp me podes encontrar", y le dio una tarjeta. Pero bueno, pasó la pandemia, y dos años después tampoco hubo avances en la causa argentina. Fue así que Shlomo organizó un escrache.

“Cuando estrené la peli en noviembre pasado me escribió un mensaje personalmente para felicitarme y decirme ‘qué importante que se presente porque la temática no está lo suficientemente en el tapete en el país’”, recordó Shlomo.

Consultado ahora sobre qué proyecto se encuentra cocinando ahora, luego de meses de haber estrenado y dado una culminación al documental “Nuestra bronca”, adelantó que avanza en otro tema que sigue en la misma línea: “Estoy investigando sobre qué hizo y qué no hizo Israel para colaborar con gente que se escapaba de la Dictadura argentina”.

Su hijo Tomer le preguntó hasta dónde quiere llegar, cuándo va a parar de investigar este asunto: “cuando tenga justicia, o cuando me muera”. Y reflexionando con este medio aseguró: “Lo dije sin pensar.. y después pensé cómo se conjuga con el concepto setentista de ‘hasta la Victoria o muerte’ ¿no?”.

Un fotograma del momento en que la comitiva de Alberto recibió a Shlomo.