La despedida a un ser querido en tiempos del coronavirus
El testimonio de la psicóloga social Carla Calvi, invita a meditar sobre estas situaciones límite que impone la pandemia entre sus víctimas y sus afectos, al otro lado de un vidrio. Cómo asumir este dolor para el que nadie había sido entrenado.
La pandemia cambió los rituales y quienes no pueden doblegar la enfermedad tienen como corolario morir de un momento a otro, solos y en la cama de una UTI, sin afectos cerca ni los abrazos necesarios. A veces la última visión borrosa del paciente es la escafandra del médico o enfermero, parecido a astronauta en el espacio, a miles de kilómetros, lejos de todo lo que nos contiene.
Jacques Lacan decía que "lo que nos duele no es tanto el objeto que perdimos, sino eso que fuimos para el que perdimos". De acuerdo a la interpretación de la psicoanalista Alexandra Kohan sobre esta visión del pensamiento lacaniano, este concepto resulta mínimo en palabras pero es de alto voltaje simbólico para desenhebrar el significado que tuvimos para esa persona. Eso nos hace singulares e irrepetibles y se va con la muerte, es lo que se añora aún más cuando la despedida es traumática y sin nada que nos demuestre que ese ser querido murió.
Carla Calvi es psicóloga social y tanatologa, especialista en cuidados paliativos. Nació en Gessler, en el centro geográfico de la provincia de Santa Fe, y desde muy pequeña la muerte acarició su vida llenándola de preguntas. Hoy la pandemia la interpela como profesional ante las dificultades de emprender un duelo en contextos de incertidumbre y soledad, muchas veces rápido sin poder elaborar la situación.
Asimilar hoy la pérdida de un ser querido que estuvo internado casi un mes, en una sala de cuidados intensivos y donde no se lo pudo ver para acompañar ese proceso de despedida, es “saber que la asimilación es de largo plazo y va a ser más difícil, no tenemos forma de hacerlo más fácil”.
Velar tiene como significado asimilar lo irreversible, y asimilar lo irreversible sostiene Calvi “es comprender que la persona que allí yace no se va a levantar, no va a volver”.
En ese sentido argumenta que el velorio nos da esa posibilidad de lograr con un día “poder empezar a construir un duelo”. Hoy con las muertes por casos de covid “esa posibilidad está vedada” y seguramente la asimilación lleve meses, mucho más tiempo. “En estos casos es bueno cambiar el ritual, como la cremación por ejemplo o prender velas para esa persona”, aconseja la profesional.
De todos modos sustenta su razonamiento y expresa: “En estos momentos no tenemos que quedarnos pensado en qué no se puede, tenemos que preguntarnos qué si se puede. Creo que es una situación para fabricar herramientas y recursos nuevos, para seguir sosteniéndonos porque si no es agregar más dolor a algo tan doloroso”.
La última llamada antes de la intubación
Carla cuenta que con una médica de su confianza que trabaja en cuidados intensivos consultan a los pacientes antes de ser intubados, si quieren decir algo a un ser querido o dejar algo escrito o mandar un mensaje de wassap. “Hay que poder habilitar al paciente si es posible, para que les pueda decir lo que siente y si él no puede por sus medios que se tome el compromiso el equipo de salud para trasmitir ese deseo”.
Por supuesto que en estas situaciones deben haber mediadores y deben estar mínimamente armadas con quienes integran las terapias intensivas. "Eso da paz cuando los pacientes están solos", refuerza Carla sobre este acto de humanidad, aunque reconoce que muchas veces no es posible porque no se vive con tranquilidad y los ritmos de una pandemia van en contra de estas dedicaciones. “Esto en muchos espacios está activado como recurso. Es tratar de dar algo de lo que se puede y no quedarnos con lo que no se va a poder hacer ”, destaca luego.
Para la profesional cabe considerar, por otra parte y remarcar, que en la primer etapa de la pandemia había otras posibilidades de hacer una conexión con las familias, había un poco más de tiempo para que el médico o el enfermero acompañaran al paciente una videollamada, “Por su puesto con mucho miedo y con muchas situaciones de personas que murieron solas y algunos con el celular en la mano para poder despedirse”.
“La situación está muy agravada porque no hay tiempo y no hay personal que pueda generar la Ahora mínima contención que tampoco era suficiente. Entonces, la verdad es que se está desarrollando otro tipo de recursos. Para las personas que tienen covid y que mueren es una situación realmente desesperante, es muy dolorosa también para los médicos que están trabajando ”, explica la tanatóloga social.
Y narra su experiencia en esta pandemia: “Las despedidas hoy son virtuales, por lo menos las que a mí me toca transitar de pacientes míos o familiares de ellos, donde tratamos de acercarnos a lo emocional lo más posible, dentro de este contexto tan limitado, pero la realidad es que en este momento se suma una situación traumática aún mayor”.
Carla manifiesta que cuando se recibe la llamada del deceso de un familiar como consecuencia del covid es ahí donde hay que poner en práctica los recursos y las herramientas y por sobre todas las cosas buscar una buena red de contención emocional. “Estamos en una situación socialmente muy importante, en donde la incertidumbre es el segundo apellido de todo ser humano en momentos donde todo puede pasar y nadie se lo espera”, añade.
“La incertidumbre en una persona con covid es parte de la situación, es algo que se vive minuto a minuto. Hay casos de pacientes que están bárbaro y evolucionan, y de un momento para el otro se descompensan y hay que ventilarlos nuevamente o hacen una trombosis y mueren. Es poder saber que necesitamos estar tranquilos y buscar la calma”, profundiza.
En cuanto al deseo de los familiares de poder ver a un ser querido internado con covid, Calvi indica que el protocolo es tajante y no permite visitas, pero desde lo humano existen algunos permisos por parte de quienes están en los sanatorios, algunos lugares les hacen firmar a los familiares, preferentemente uno y el mismo siempre, un consentimiento. Para la visita se le da la ropa de protección. Esa posibilidad se habilita porque muchas veces ayuda al paciente a sentirse más contenido, pero “es todo fuera de protocolo”.
Morir rápido en una guerra invisible
En los espacios de corto tiempo como se da con el Covid la intervención es más con la familia. Los pacientes covid no suelen tener llegada al apoyo psicológico porque están en las terapias y además, en los casos más difíciles, intubados y en coma farmacológico. “Se trabaja con la familia para la llegada de ese duelo, primero inesperado y cursando lo que llamo una no despedida. Saliendo del Covid trabajé con familias que sus hijos desaparecieron y que no volvieron a verlos, que no están, es algo muy similar”, aduce la experta.
De esta manera “se trabaja acompañando en el proceso de asimilación de la pérdida”. También tomando con otros rituales nuevos para poder hacerle a esa persona una despedida simbólica para empezar a cerrar ese ciclo. “Repito hay que trabajar mucho simbólicamente porque no es posible el contacto. El duelo en la presencialidad, en situaciones cotidianas como antes de la pandemia, se llevaba de otra forma mucho más sencilla y se asimilaba mejor”, insiste.
“Es un clima de guerra pero sin armas ni tanques, es psicológico, físico y de salud. Tengo 20 años de trabajo y en este último mes recibí cinco llamadas de familias donde los hijos perdieron a ambos padres, quedaron huérfanos por el covid, personas menores de edad, esto en el término de meses. Muchos adolescentes que se están quedando solos sin sus padres y muchos pensamos que eso no iba a pasar ”, lamenta Calvi más allá de su vasta experticia.
“Sobre estas situaciones tan extremas llega un punto donde es muy difícil sostenerse emocionalmente. Es muy traumático lo que vivimos por eso creo que esto nos dejará una secuela muy grande en lo emocional y tenemos que saber abordarlo y empezar a hablar de la muerte de otra manera; amigarnos con los cambios repentinos porque sino esto va a ser intolerable ”, concluye de manera explícita.