De aquella tromba de 2017 cuando Cambiemos fue una tromba en Rosario y Roy López Molina se ponía como número fijo para la intendencia futura, a mantenerse en el Concejo y no aspirar más de la cuenta. El PRO se desdibujó tras la crisis del entonces gobierno de Mauricio Macri y se fue al tacho la ola amarilla. De a poco empieza a tomar músculo, pero aún sin orden interno, y con el discurso más tirado a la derecha que de costumbre.

De hecho, el propio Macri parece sentirse más cómodo en esta etapa sin pruritos ideológicos, los cuales parecían más contenidos cuando era gobierno. Menos mal, se dirá, pero ahora la tendencia de polarizar parece hacerlo con más fuerza hacia aquel extremo. En Rosario se ve reflejado en algunos dirigentes que envían declaraciones repetidas como si estuvieran en campaña. Quizás lo están constantemente.

Lo cierto es que lo primero para cualquier espacio que tenga intenciones de pelear por la intendencia en 2023 es conectar terminales políticas internas, algo que sobra en Juntos por el Cambio. Esta semana Patricia Bullrich desembarcó en Funes con un acto donde asistieron más de 600 personas para escuchar corear el “Patricia presidente”  y ver una foto en tiempo real de las tripas internas del PRO.

Federico Angelini fue el anfitrión y el elegido por la presidenta del partido, pero también bendecido históricamente por Mauricio Macri como el armador santafesino. Los que faltaron están en la otra vereda, incluso los macristas que no pudieron asistir hasta la vecina ciudad.

Es el caso del diputado nacional Gabriel Chumpitaz quien quiere jugar por la intendencia de Rosario y hoy está cerca del radical Maximiliano Pullaro. Chumpitaz está alineado con la candidatura a presidente de Horacio Rodríguez Larreta, opositor interno de Bullrich. Por eso su ausencia se leyó como lógica y si asistía, debía ir con antifaz y bigote postizo. El diputado empuña un discurso enfocado netamente en la seguridad, similar al de Bullrich, pero sin estar en el mismo espacio. Y hasta el propio radical Pullaro conecta con Bullrich con foto incluida en las últimas horas. Todo mezclado. 

Pero más allá de las lógicas diferencias de alineamientos nacionales por haber varios referentes decididos a competir por la presidencia, la interna baja a Rosario. El Concejo municipal tiene varios extractos cambiemistas y si bien actúan en bloque, ya aparecerán las discusiones y posicionamientos. Unos se alinearán más con el radicalismo, otros apelarán al purismo macrista, otros la bolsonarean más. Halcones y palomas a la cancha. 

El ejemplo de un PRO soft es Ana Laura Martínez, silencio y mesura, algo con lo que puede sembrar para 2023. De hecho es de las que más miden de Juntos por el Cambio en la ciudad, el doble que otros. Su nombre parece siempre estar a mano, pero una alianza, como hizo con el radicalismo de Julián Galdeano el año pasado, parece ser una condición sine qua non para su eventual lanzamiento.

También incidirá en el futuro del PRO y Juntos por el Cambio local el destino del frente de frentes provincial, potencial alianza entre el PRO, los sectores de la UCR, el javkinismo y el socialismo no se ponen de acuerdo. Parece difícil que esa figura, sí se termina dando, baje a la ciudad por la autonomía política que se ve en Rosario, pero será primordial para armar vínculos. Lo cierto es que el PRO en Rosario se ajusta el cinturón y entra de lleno a una gran mezcladora electoral.