Javier Milei está en pleno aturdimiento y reacciona de manera bestial. Después del golpe recibido en Diputados, donde la oposición acordó una suba de jubilaciones y un cambio en la fórmula de movilidad, el Presidente decidió confrontar con un tono salvaje. La oposición fragmentada pasó a la ofensiva después de estar meses a la defensiva, y el Presidente sube la apuesta. 

Vuelve a las bases, pero no a cualquiera, la de la campaña donde no tenía moderación alguna y prometía incendiar el Banco Central y destruir a la casta. Si bien tuvo un pico de rabia cuando no le aprobaron la ley Bases en el verano y trató de ratas para arriba a la dirigencia, ahora volvió con toda la espuma.

X de Lisandro Leoni

“Amo ser el topo adentro del Estado. Soy el que destruye el Estado desde adentro. La Reforma del Estado la tiene que hacer alguien que odie al Estado. Es como estar infiltrado en las filas enemigas”, dijo en una entrevista con un medio internacional disfrazándose nuevamente de minarquista y outsider. Si analizan los legisladores este sinceramiento de ningún modo podrían darle las facultades delegadas de la ley Bases. A confesión de parte, relevo de pruebas.

En la semana llamó a los diputados opositores "degenerados fiscales", y adelantó que, si el proyecto que propone una mejora para las jubilaciones se convierte en ley, él lo va a vetar. “Lo voy a hacer, me importa tres carajos”, escupió en un foro empresario.

Al otro día en Agroactiva sacó a relucir sus hits contra “la casta” sobre la cual afirmó que “están acostumbrados a hacer zafarrancho durante los últimos cien años porque tienen un seguro que son las jubilaciones de privilegio”. “Si hiciste las cosas mal, merecés cagarte de hambre por hijo de puta y por eso hay que eliminarlas”, sentenció.

Es su respuesta, para nada virtuosa, al entender que la dirigencia opositora y la no tan opositora le pone trabas a su plan de superávit. La suba de jubilaciones impactará de lleno en las metas fiscales del Gobierno.

Las circunstancias cambiaron desde que en enero entró en crisis verbal porque las cosas no salieron como quería. La ley Bases sigue sin salir, y la oposición ya no le regala nada después de seis meses de gestión sin goles. Por lo tanto la asimilación de los agravios es distinta y se irá absorbiendo con menos tolerancia a medida que pasen los meses. El período de gracia ya pasó y la dirigencia entiende que no hubo ni un gesto de moderación.

Si el Presidente termina vetando la ley y la oposición responde juntando ¾ de cada Cámara para eludir el veto e imponer la voluntad del Congreso, se entrará en una bisagra.

Incluso en este contexto de debilidad política y con un rebote económico que no llega hay quienes imaginan el germen de alguna salida anticipada. En el fondo de toda esta jugada ofensiva, el Presidente está generando su propia oposición.