El PRO está atravesando la crisis de los 40. El matrimonio de Mauricio y Patricia se terminó de romper. Pato no quiere saber más nada, pero se niega a irse de la casa. Mauricio no quiere cambiar, como le pide Pato desde hace tiempo para oxigenar. Discuten por todo. 

Hay un tercero en discordia, Javier. Un joven economista que apareció de la nada y terminó teniendo una relación con Pato, pero de manera no oficial. El PRO no acepta esa relación. Mauricio algo percibió en una reunión social a fines de octubre del año pasado, en su casa de Acassuso donde entre los invitados estaba Javier. Pato no paró de piropearlo entrada la madrugada. 

Desde ese momento Mauricio entendió que Pato no le pertenecía. Mauricio tiene un poco de miedo, ya no por la partida de Pato, no siente más nada por ella, sino porque arrastre al PRO a lo de Javier. Quedaría en segundo plano ante el joven vigoroso, con ideas como las que a él le gustaría tener pero no se anima. 

Javier es más excéntrico que Mauricio. Toma riesgos sin detenerse en los costos, como si no tuviese nada que perder. Eso le gusta a Patricia, quien se mantiene plena con las locuras que hace y dice Javier. Él la hace sentir libre y con confianza en sí misma. Pato se siente realizada a su lado.

Mauricio le sacó las llaves de la casa a Pato. Como si fuera poco, le hizo un juego a Martín, un joven que conoció veraneando en Pinamar hace unos años y que se mudó hace un tiempito a Buenos Aires. Martín quiere poner la casa en orden, como le indicó Mauricio, pero no quiere cruzarse a Pato, que sigue embobada con Javier y sus sueños de un mundo anarcocapitalista.  

Pero un día iba a pasar. No se cruzaron directamente Martín y Pato, pero sí se encontraron en el mismo boliche sus grupos de amigos. Hubo gritos, pero no llegaron a las manos. Los que bancan a Pato se terminaron yendo, pero avisaron que ese lugar también les pertenece.      

Pato, Mauricio y la crisis de los 40 del PRO

La disputa

La novela del PRO es más o menos esa. El expresidente Mauricio Macri le cerró la puerta a la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, hacia la presidencia de la Asamblea Nacional del partido y puso al exintendente de Pinamar y diputado macrista Martín Yeza.

Asumió el jueves en medio de una cumbre caliente que terminó sin los referentes de Bullrich, quienes se levantaron y abandonaron el recinto. Igualmente la ministra avisó que “ni loca” se va. Huele a implosión y barro lo que viene. 

La papa no solo es la marquesina o la lucha de poder interna. La cuestión de fondo es la integración del PRO con La Libertad Avanza. El PRO dejó en claro en un comunicado que "no se fusionará con otros partidos". Ahora bien, por lo bajo no descartan una alianza electoral para 2025. 

X de Editor✍

"Se quedan con un partido chiquito, de amigos, de perdedores", dijo Damián Arabia, ligado a Bullrich. Esa es la lógica que le remarcan: se redujo a un partido vecinal de la Ciudad de Buenos Aires que no logró usufructuar la expansión natural de estar en la presidencia cuatro años.

Si bien el PRO acompañó con los ojos cerrados la gestión libertaria y hasta acompañó sin objeciones la Ley Bases y el Paquete Fiscal, ahora Macri mete un freno. 

Macri no puede ser furgón de cola de Milei en una eventual fusión. No lo toleraría, no tiene demasiada lógica tampoco. Convertirse en lo que fue la UCR con el PRO. Pero Macri también especula y no quiere quedar pegado a un gobierno que puede colisionar.

Luego de la sanción de la Ley Bases Macri puso “Cambios fundamentales que nosotros impulsamos, apoyamos y en los que creemos ya pueden llevarse a cabo”, es decir, lo piensa como una continuidad y se siente pionero de las ideas. “El gobierno nacional tiene ahora las herramientas para avanzar a la velocidad que la situación necesita”, se despegó Mauricio.