Al Fondo a la derecha
Se viene otra dosis de la peor droga argentina: la deuda. DNU y FMI, a la república te la debo. Los gobernadores, incluido Pullaro, al rescate de Milei. La respuesta libertaria al apoyo: si querés que arregle las rutas nacionales, dame vos la plata. El peronismo opositor, entrampado.
La otrora República Argentina se apresta a pegarse un nuevo raquetazo de endeudamiento por disposición de un presidente cuya considerable popularidad se sostiene exclusivamente en la desaceleración inflacionaria, lograda a partir del intervencionismo estatizante del tipo de cambio.
La argumentación oficial sobre la inminente nueva toma de deuda con el Fondo Monetario Internacional, bajo la pretensión de sanear el balance del Banco Central, es peor que su objetivo real e inocultable, que es llegar a las elecciones de octubre con el dólar pisado. Igual, a nadie le importa más allá del nicho.
Una vez más, la Revolución Liberal Libertaria se pasará por donde no le da el sol las exigencias legales de estos casos y apelará, como tantas otras ocasiones, a los siempre efectivos DNU. Una vez más, las indignaciones republicanas, tan sonoras durante el kirchnerismo, quedarán para otro momento. Y una vez más, en el Congreso se le salvará la ropa al gobierno.
Nada hace prever que la oposición que no se opone cambie su actitud colaboracionista, mucho menos en este tema. No hay una sola persona de ese universo que le interese en lo más mínimo aparecer como responsable de un sacudón financiero, ni que hablar proponerse una confrontación con el FMI. Si sale mal, como es altamente probable, será culpa de Milei. O de Cristina, que está siempre a mano.
Serán los gobernadores, con seguridad, quienes aporten las voluntades para evitar que el DNU sea tumbado. Es el caso de Maximiliano Pullaro y tantos otros. Ya se dijeron en este espacio las razones: hay un electorado compartido y no sería deseable para el oficialismo santafesino que, a un mes de ir a las urnas, los votantes vean que su gobernador le mete una zancadilla al presidente.
Esa postura, claro, trae consecuencias: no hay nada a cambio de ese apoyo, más bien lo contrario. La motosierra eliminó los subsidios al transporte y el boleto aumentó de manera demencial en Santa Fe, por poner un ejemplo bien cotidiano. Hay otros insólitos: el ministro de Obras Públicas, Lisandro Enrico, contó días atrás que la administración libertaria no sólo no hace mantenimiento de rutas nacionales sino que ahora también le pide plata a la Provincia para hacer los trabajos.
Por eso, resultan desopilantes los posteos del trollerío mileísta sobre el presunto encolumnamiento de Pullaro con Axel Kicillof. Va de nuevo: los muchachos del buenazo de Santi Caputo dicen en sus redes sociales que el gobernador santafesino está alineado con su par bonaerense. En la era del disparate, se puede tirar cualquier verdura y nada pasa.
El problema político lo tienen las fuerzas más enérgicamente opositoras, particularmente el peronismo no dialoguista. Y es un lío porque su base electoral le demanda actuar con firmeza extrema frente al experimento libertario y, al menos por ahora, puede ofrecer a su gente poco más que impotencia.
Ni siquiera el escandalete Libra, que suma capítulos cada vez más bizarros a diario, le permitió al kirchnerismo y aliados hacerle demasiada mella al León presidente. No habría, igualmente, que subestimar el impacto del caso. Es una película aún en desarrollo.
Como sea, más de 47 millones de argentinos y argentinas se encaminan, por enésima vez, hacia el Fondo a la derecha. Dada la abundante evidencia empírica de la historia reciente: ¿qué puede salir mal?