Por más que insista, insulte y confronte, no hay caso. El presidente Javier Milei no puede ganar en la puja por el financiamiento universitario. Tenía razón el diputado de Encuentro Federal, Miguel Pichetto cuando dijo “a veces se puede perder aún ganando”, en referencia los votos que consiguió el oficialismo el miércoles para sostener el veto a la ley que otorgaba fondos actualizados por inflación a las casas de altos estudios. Y se comprobó en las últimas horas en medio del malogrado acto de cambio de nombre del Centro Cultural Néstor Kichner -que ahora se llama Palacio de la Libertad- y cuando ya se había difundido el video oficial que pretendió re imponer al 12 de octubre como día de la raza, con esa alegría estúpida que tienen aquellos con vocación colonial eterna. El 76,2% de los consultados por Zuban. Córdoba & Asociados dijo no estar de acuerdo con la frase con la que Milei pretendió seguir dando pelea: “Los pobres no llegan a la universidad pública”. Incluso el 58,2% de sus votantes no adhiere.

Más allá de la euforia mostrada hacia afuera y la vocación por continuar con la campaña de desprestigio a las universidades públicas; los gritos e insultos se ven ineficaces para demoler uno de los pocos grandes acuerdos argentinos que es la gratuidad de la enseñanza superior. Que la diputada rosarina de LLA Romina Diez se crea en condiciones de confrontar con el rector de la UNR Franco Bartolacci, pidiéndole que renuncie “si no puede garantizar las clases” no quiere decir que vaya a conseguir algo. Lo único que demuestra es que todavía queda espacio para las barbaridades. Pero el tiempo corre.

Lo qué sí pudo festejar el gobierno son cuestiones de bajo impacto directo en la sociedad. Baja del riesgo país, suba de los bonos, y la eliminación de las sobretasas que cobraba el Fondo Monetario Internacional que afectaba también a la deuda argentina. Por supuesto, el haber perforado el piso de 4 puntos de inflación mensual en septiembre. Pero esta baja llega en un momento en que la preocupación por la suba de precios quedó subsumida por la imposibilidad de comprar los bienes necesarios, por más que la inflación dé 0, por el estrepitoso derrumbe del poder adquisitivo. Aquí también los sondeos muestran que el temor a perder el trabajo y la pérdida de poder de compra superan con creces a la preocupación por el ritmo del IPC.

Este escenario de confrontación política permanente que tantos resultados le dio a este gobierno, se sostiene en la medida que la debilidad que hay enfrente se prolongue. Es en este marco que se entiende la postulación de Cristina Kirchner a la presidencia del Partido Justicialista. La expresidenta lee que ya no hay una confrontación de tercios como en 2019, sino que Milei polariza directamente con ella y el peronismo, y que entretiene a Mauricio Macri con fullerías y milanesas en Olivos.

Milei no cree en los aparatos y aprovecha los negocios individuales para conseguir “héroes” que sostengan sus decisiones en el Congreso. Es más, muchos creen que Macri terminó dando su apoyo al veto contra las universidades porque se le iba a partir el bloque del PRO con los que ya estaban seducidos por la dirigencia libertaria. Más allá de las sospechas de ofertas directas y reñidas con la honestidad, lo que se negocia son lugares en las listas del año que viene donde muchos macristas y también peronistas creen que la única manera de renovar bancas puede ser pegándose a Milei.

Lo mismo pasa con los intendentes peronistas de Santa Fe que fueron a ofrecerse al Jefe de Gabinete Guillermo Francos. Con la excusa de que el gobernador Maximiliano Pullaro no los atiende y los tiene cortitos con el presupuesto, Roly Santacroce, de Funes, y Enri Vallejos, de
Reconquista (son los que lideran el grupo de seis o siete) están dispuestos a armar en sus territorios junto a los libertarios ante un peronismo provincial para nada competitivo. Los jóvenes intendentes y presidentes comunales peronistas del grupo “Vamos Santa Fe”, liderados
por el intendente de Pérez, Pablo Corsalini, salieron a despegarse de la maniobra y ratificaron que construirán dentro del PJ provincial.

Pero lo cierto es que ninguna tribu del PJ santafesino, con excepción por supuesto de La Cámpora que nunca tuvo gran desarrollo en la provincia y La Corriente de Agustín Rossi,  se muestra tentada con la interna nacional que pueden protagonizar Cristina y el riojano Ricardo
Quintela. La mayoría desaconseja la confrontación que temen pueda debilitar aún más al peronismo, pero sobre todo la ven como una disputa “porteña, bonaerense” y no nacional.