“No hay nada más antiperonista que querer volver a Perón. El General no querría volver a su versión de los ‘40 si viviera”. Lanza con intenciones el politólogo peronista Hernán Brienza que acaba de publicar ¿Para qué sirvió el peronismo?. Son ideas y reflexiones que pretenden ser una guía en la oscura coyuntura actual. El peronismo está actuando hoy una unidad que no es tal, tanto a nivel nacional como en la provincia de Santa Fe. La asunción de Cristina Fernández de Kirchner como presidenta del Partido Justicialista sin la presencia de ningún gobernador, es un reflejo nítido del estado de situación. No es sólo un debate en torno a la conducción, es una pérdida de identidad y relato que ni siquiera puede afirmarse frente a la barbarie libertaria.

Pero para aquellos que se entusiasman haciendo foco solamente en los desatinos y horrores de la gestión de Alberto Fernández; hay que señalar que el contrato se rompió no sólo con el PJ (que es el que más chances y pericia histórica tiene para reinventarse), sino también con el macrismo y el radicalismo que ya viene sin rumbo desde la hecatombe de los 2000.

El que estalló es el sistema político argentino a fuerza de fracasar una y otra vez a la hora de dar respuestas. Una sociedad global rota y ensimismada hicieron el resto, Javier Milei no es un loco ni un genio: Fue el hombre adecuado en el momento correcto, el vehículo para gritar. Ahora, además, ejerce la política también de manera inédita pero central.

El consultor político que creó la imagen del PRO y de Mauricio Macri presidente, Jaime Durán Barba acaba de señalar que no cree que el hombre o la mujer que suceda a Milei en la presidencia “provenga de alguna fuerza política conocida”. En otra sintonía, pero conocedor de los públicos y los consumos masivos, Mario Pergolini fue más allá al afirmar que los futuros presidentes del mundo “no saldrán de los partidos políticos”. El empresario de medios es el mismo que describió a Milei como “al último producto político de la televisión” que, obviamente, ya no tiene ni tendrá la capacidad de influir decisivamente.

El peronismo es sin duda la oposición más recortada y confía en la teoría del péndulo que hasta ahora funcionó: Cuando las cosas vayan mal para el gobierno y la gente se canse, “nosotros vamos a volver”. Pero qué pasa si ese esquema también está roto y el péndulo se frenó por el rozamiento. Es lo que nadie sabe.

Cristina le otorga un rol importante al partido que siempre había categorizado como “instrumento burocrático e ineficiente”, porque es la única casa que puede albergar a todos. Pero el problema es que no todos están decididos a entrar. El poder no está ahí y eso es lo primero que nota un dirigente, más si es un dirigente peronista.

Lo mismo pasa en Santa Fe donde el PJ se normalizó sin mayores trámites, una unidad que nadie tenía ganas de discutir porque ahí no estaba el poder. El partido en Santa Fe que por años acumuló telarañas y deudas en su sede central de la calle Crespo 2358, ahora redacta admonitorios comunicados semanales que pocos leen.

Encima el sistema electoral que se viene para designar a los convencionales constituyentes que reformen la Carta Magna provincial, mostrará más nítidamente a los distintos archipiélagos peronistas que ni siquiera se tocan. No habrá internas obligatorias y no habrá lista de unidad. El peor de los mundos para una fuerza dividida.

A nivel nacional también hay divisiones electorales. Cristina cree que el gobernador Axel Kicillof no debe separar las elecciones y nacionalizar la compulsa. Los intendentes bonaerenses le piden lo contrario: Separar los comicios del año próximo para intentar sobrevivir. 

El gobierno también tiene sus problemas internos con la vicepresidenta Victoria Villarruel que nunca resignó su proyecto personal. Pero el presidente ya la puso enfrente y la alejó de cualquier instancia de toma de decisiones. Todas las listas de candidatos las armarán los hermanos Milei y a lo sumo Santiago Caputo que ya está metiendo mano en Santa Fe.

Como el gobernador Maximiliano Pullaro acertó con la seguridad y logró reducir la violencia; Milei domó al menos en los números a la inflación. Uno y otro es casi todo lo que tienen y allí enciman sus fichas.

Pero a nivel nacional el espejismo de los precios y los salarios empieza a opacarse en algunos sectores. El último informe de la consultora Moiguer, da cuenta de un clima social de mayor optimismo, mayoritariamente favorable al Gobierno. Pero advierte al mismo tiempo sobre una distinción entre los sectores altos y medios, respecto de los más bajos. Ante la afirmación “de a poco mi situación económica está mejorando”, los de mayor poder adquisitivo responden afirmativamente en un 56%, los intermedios en 41%, y los más bajos 32%. Esto lo atribuye sobre todo al impacto de la suba de tarifas de los servicios: mientras hace un año para los sectores de menores recursos representaba el 15% de sus gastos, hoy explica el 32%. Eso hace que el 54% haya admitido que redujo sus consumos cotidianos.