Primer ruido en el perottismo; Fein, la defensora; Fernández, el uruguayo
Tres temas de la semana con una puesta encima. La transición local tuvo novedades; en el perottismo no todo es color de rosas; Fernández busca soluciones
Fein, la defensora
El intendente electo, Pablo Javkin, asistió a la presentación del proyecto de ley del gobernador Miguel Lifschitz, para que el programa de inclusión social de jóvenes de sectores vulnerables, Nueva Oportunidad, se convierta en una política de Estado y no se ejecute por decreto. La asistencia engendró todo un mensaje: que Perotti no tenga posibilidad de discontinuarlo.
Luego quiso evitar a la prensa y hablar del futuro gabinete, la relación con el socialismo, números y demás colores de la transición local. Pero no pudo y contestó.
Reconoció la tensión con el socialismo pero aclaró que "no es nada personal" sino que es propio del mal momento económico del país y "lo preocupante del panorama que vemos a futuro". Luego envió un mensaje que sirve en parte para atajarse de un seguro arranque tortuoso en términos financieros: "Siendo muy prudentes será una situación de mucha emergencia".
El otro destacado del día fue la defensa de Mónica Fein al intendente electo. Sorpresiva porque, como dijo el propio Javkin, la tensión existe. También lógica: el socialismo, mal que le pese, necesita que a la próxima gestión le vaya bien para refrendar el cascoteado Frente Progresista.
El bálsamo llegó en forma de ofensiva -y dura como pocas veces- hacia Perotti: "Rosario aporta el 50 por ciento del producto bruto provincial. Lo digo para que escuchen los que vienen. La ciudad no puede perder lo que logró, como tampoco el reconocimiento que logramos los rosarinos". Huelen recorte de recursos, por eso por las dudas le marcan la cancha.
Primer ruido en el perottismo
El senador provincial del PJ Armando Traferri pegó el portazo y se fue de la comisión de transición creada por Omar Perotti. No es menor su salida. Se trata de quien aportó una pata importante en el armado de Juntos, a partir del espacio Nuevo Espacio Santafesino (NES) que se traduce en territorio y jefes comunales.
Traferri se encontró con que los colaboradores más cercanos del futuro gobernador lo dejaron fuera de decisiones y, además, mostró disconformidad con algunas formas de manejarse y comunicar la transición.
El protocolo y respeto parecen ser innegociables en el hombre fuerte del departamento de San Lorenzo, quien habló de “respetar los pactos preelectorales”. Éstos también significaron el posicionamiento de Alejandra Rodenas en la fórmula con el gobernador electo. Un peso nada menor el de la exjueza.
Traferri, viejo lobo del Senado, siempre tuvo buena relación con Miguel Lifschitz que se evidenció en la actividad de la Cámara Alta aprobando la mayoría de los proyectos del gobernador. Y este aceitado vínculo toma dimensión con el posicionamiento de Lifschitz como el mayor opositor a la futura gestión de Perotti.
Se verá con el rodar de la gestión si las diferencias son circunstanciales y cuál es la dimensión de las mismas. En tanto, en el socialismo esta semana se vieron algunas sonrisas por el cortociruito. En conclusión, este antecedente es el primer ruido de un PJ que se unió para retomar la gobernación de Santa Fe pero tiene una conformación más heterogénea de lo que se cree.
Fernández, el uruguayo
El candidato a presidente del Frente de Todos, Alberto Fernández, sigue abriendo el espectro de cara a lo que probablemente sea su próxima gestión. Esta vez el escenario fue la Fundación Mediterránea, de corte liberal y promotora de economistas como Domingo Cavallo, donde aparentemente tuvo buena recepción y nadie miró de reojo.
La "fórmula uruguaya" es el camino que propone Alberto Fernández para que Argentina salga de la crisis de deuda que parece ser el problema más angustioso y preocupante al que se enfrenta por las consecuencias que genera.
Esta fórmula fue una salida de Uruguay en 2003 de los compromisos críticos de deuda. Recibió elogios y se toma como modelo. Fernández planea reflotarla. Significa estirar plazos mediante canje de bonos por otros de vencimiento más largos, respetando la tasa de interés y sin quita de capital. Pero no es ir, cerrar el acuerdo y listo. Se necesita de dos cuestiones claves: una altísima aceptación voluntaria de los tenedores y para eso que el país demuestre responsabilidad política.
Ese es el capital que quiere demostrar Fernández. Descansa en los virtuosos años del primer kirchnerismo donde se negoció con éxito la deuda. También buscará posicionarse contra la figura del desdibujado Mauricio Macri: "Los acreedores no quieren seguir hablando con el gobierno actual porque sienten que le mintieron". Y también lo piensa de forma racional sin espectacularidades: los dólares deben salir de más exportaciones.
Pero también su estrategia de ensanchar su espalda es con más votos. Superar el 50% en las generales le dará un empujón enorme y peso simbólico fuerte para ir a sentarse a negociar con el FMI y los acreedores, y más aún si supera el 54% obtenido justamente por su compañera de fórmula, Cristina Fernández.
Habrá una lógica de superación: Fernández será más que Cristina, al menos leído por quienes no congenian con la expresidenta. Si emparda o supera esa cifra será al menos una contingencia. Pero alcanzaría para darle un espesor a su gobernabilidad. Falta menos de un mes para eso, pero por ahora se muestra calmo, como uruguayo con mate en mano.