La serie Sky Rojo, producción original de Netflix y, por estos días, tendencia de consumo en nuestro país en la plataforma de streaming, reavivó el debate en relación a la prohibición o reglamentación del trabajo sexual. Quizás no porque intencionadamente busque generar el debate, sino, por la sobreabundancia de lugares comunes en los que se cae para tratar un tema complejo en donde las lecturas lineales nunca llevan a buen puerto. 

En diálogo con Rosarioplus.com Gabriela Hemmela, representante rosarina de la Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (Ammar) planteó su preocupación en torno a la banalización del debate y la exclusión de la voz de las trabajadoras sexuales. "Claramente esta serie es una provocación hacia quienes ejercemos el trabajo sexual. No puede ser que se siga mezclando todo como si fuera cualquier cosa lo que estamos debatiendo, y nos quitan la posibilidad de poner nuestras voces hablando del trabajo sexual en primera persona. Para hacer una película de trabajadoras sexuales, hablá con la puta. No sé de dónde sacaron ese guion", expresó.

También advirtió que lo que dice, lo dice desde las críticas de otras compañeras que se tomaron el tiempo de verla. "Las críticas que tengo de las compañeras, me alcanzan y me bastan para ni siquiera acercarme a la serie. No tengo tiempo para perder en esto. Las trabajadoras sexuales estamos pensando en otros problemas de nuestro cotidiano y viendo cómo lo resolvemos: por ejemplo ahora se termina el decreto 320/20 y muchas compañeras vamos a quedar en la calle por los alquileres desorbitantes que nos quieren cobrar. Estamos pensando en el femicidio de Caren Peralta que ya tiene un año y no se ha movido nada desde la fiscalía, esos son los temas que nos movilizan como trabajadoras", criticó la dirigente.

Para finalizar aseguró que a los productores de esta serie "lo único que les importa son sus intereses económicos y explotar adentro de una masa la idea abolicionista. Lamentablemente quienes no entienden se terminan llevando la idea de que el trabajo sexual es lo mismo que trata". 

Sky Rojo | Tráiler oficial | Netflix

El planteo de Gabriela no está alejado de la realidad. La serie, de producción íntegramente española, llega en el mismo momento en que en España se está debatiendo en torno a la prostitución, un debate que ya se sostuvo en diversas ocasiones en ese país pero que no se vio cristalizado en medidas concretas. Es un debate complejo en el que hay dos grandes líneas argumentales: la abolicionista que reclama políticas que ayuden a extinguir la prostitución centradas en las medidas punitivas contra los hombres prostituyentes, y la reglamentarista o movimiento “pro derechos” que aboga por el reconocimiento del trabajo sexual para que las mujeres que se prostituyan puedan acceder a los derechos de los que disponen todas las personas en el mercado laboral a través de un marco jurídico propio, con medidas de protección contra los abusos y ayudas para quienes deseen abandonar el trabajo sexual.

En este marco es en el que surge la serie y en el que parece haber tomado un claro posicionamiento, basta con notar que en la serie quienes están a favor de la reglamentación, son los proxenetas. Otro punto es que la voz de mujeres que ejerzan la prostitución por su propia cuenta, que es el eje central de lo que se debate, no aparece.

Morena García, es referente del movimiento travesti de la ciudad, ex trabajadora sexual, y hoy personal de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) en el área de Internacionalización desde donde encara distintos proyectos para visibilizar la problemática del colectivo al que pertenece.

Corto Documental "Trabajo es vida" / Programa Transformar / UNR

En diálogo con Rosarioplus.com compartió su mirada de la serie. “Aparece el típico discurso de gente blanca, cis, de clase media, que en su vida ha puesto la concha o el culo o la pija para poder sostenerse. Confunden trata con trabajo sexual porque hay una exposición del cuerpo que no aprueban ni habilitan y circunscriben la experiencia de abuso al trabajo sexual, como si las mujeres no fueran acosadas ni abusadas en ningún otro tipo de ámbito”, afirmó.

Y continuó: “Por supuesto que hay experiencias espantosas. Yo, cuando tenía quince años, fui parte de una red de trata, bastante casera, pero con la que terminé en Bolivia en ese teje. Pero si en algún momento, todo lo que estoy trabajando ahora de forma legal fracasa, y si alguien quiere comerme, volveré al trabajo sexual, porque es uno de los mercados, el único mercado que me sostuvo con vida hasta que se empezaron ampliar derechos”.

Justamente en este punto es en dónde ella pone el acento. “Sería interesante que esta gente que se llama abolicionistas se puedan correr del eje moral y que propongan. Porque es fácil tirar abajo un sistema cuando no das soluciones. La enunciación de lemas como ‘abajo el patriarcado’, ‘fin de la prostitución’, etc. Todo suena muy lindo, pero son consignas de bolcheviques de cartón que no están en contra del trabajo sexual, están en contra de los derechos y más cuando tocan o rozan lo que ellos llaman moral”, sentenció.

Finalmente aseguró que “hay una gran hipocresía en esos enunciados que son de un seudofeminismo al servicio del machismo. De última la disputa tiene que ser con gente que ejerza el trabajo sexual, sentadas en la mesa de decisión política. Nunca voy a entender por qué la visión de alguien tiene que cercenar el derecho de otre”.