“La única reina que yo vestí fue Eva Perón” respondió Christian Dior cuando en una entrevista en el año 1953 le preguntaron cuál de todas las reinas que había vestido, de casi todas las casas reales, le había gustado más. ¿Cuál es el cruce que se produce entre la alta costura y Eva Perón? ¿De qué se trató este encuentro que embistió de lujos a la abanderada de los humildes? ¿Cuál fue la dimensión política de Evita ingresando al Teatro Colón ‘montada’ en un Dior?

Marcelo Marino, especialista en la historia del arte y estudios de moda, llega a la ciudad para presentar su libro, “Evita frente al espejo. Ensayos de moda, estilo y política en Eva Perón”, y abordar estos interrogantes que vuelven de manera recurrente, generalmente como crítica hostil, cuando se piensa en la figura de Eva Perón.

Marcelo Marino es especialista en la historia del arte y de la cultura visual en América Latina y Europa del siglo XIX y Estudios de Moda. Es investigador asociado en el Centro de Investigaciones de Arte y Patrimonio de la universidad Nacional de San Martín (UNSAM) y actualmente reside en Bristol, Inglaterra, desde donde dirige la colección de estudio de moda de Ampersand.

En una entrevista exclusiva con Rosarioplus.com el autor adelantó algunos aspectos que se pueden encontrar a lo largo de los siete ensayos que componen el libro, escrito desde una polifonía de voces convocadas por Marino para poder abordar la figura, siempre múltiple y huidiza, de Eva Perón. “Hay armonías y disonancias, dobles notas y silencios, pues los registros de Eva son así y la sensación frustrante que se tiene es que cuanto más se escribe sobre ella, menos se la conoce y más inabarcable se torna su figura”, afirma en la introducción.

 “Es imposible entender el mito extendido, hay una parte de realidad y hay una parte de leyenda y de fantasía. Y eso es Eva. Leyenda blanca, leyenda negra, todo junto. Entonces, me parecía importante mantener esta idea de glamour, pero también distinguir una faceta drag, que incomoda al género, y pensar también la subversión que hace de la alta costura. Y todo eso una sola persona no lo puede hacer, así que busqué a la gente que creí que podría y estoy súper contento por el por el equipo que se armó y cómo trabajaron”, cuenta ya en diálogo con este medio.

La presentación será este viernes a las 16 horas, en el aula 3C de la Facultad de Humanidades y Artes (UNR), en donde conversará con María Laura Carrascal (Docente, miembro del Comité de implementación de la carrera Diseño de Indumentaria y Textil) y Miriam Moriconi (Docente, Licenciada y Doctora en Historia).

– Los diferentes ensayos se fueron escribiendo en pandemia y específicamente enmarcados en  el proyecto del libro ¿Cómo fue ese proceso creativo que llevó a "Evita frente al espejo"?

– Es un proyecto que lo venía pensando desde antes de la pandemia. Y la idea siempre fue convocar a varias voces. Primero, porque quería escapar al relato biográfico. Esto no es una la vida de Eva contada desde la moda. Tampoco es un detalle periodizado de la indumentaria que uso Eva. No se trata de contar la historia de Eva a través de la ropa, porque eso me parece que sería medio acrítico y fácil de hacer. Sino, complejizar esta trama en donde a ella siempre se la vio entre dos posturas: el lujo con la crítica encarnizada vertida sobre ella por vestir un glamour que no le pertenecía como clase a ella ni a quienes se dirigía; y por el otro lado, el silencio de estos relatos, lo que ocultan estas críticas, que tiene que ver con la pregunta sobre cómo vestir a la figura pública. Antes de ser un mito, fue una figura pública, real, de carne y hueso, y se vestía. Entonces, me interesaba avanzar sobre esas dimensiones, por lo que me pareció importante marcar varios ejes, representados en los diferentes capítulos, y adjudicarlos a la gente que pensé que podía hacerlo bien.

– ¿Cómo transita Evita las dimensiones de la moda, el estilo y la política? ¿Cómo se conectan estos aspectos en el cuerpo de la abanderada de los humildes, de los descamisados?

– Esta pregunta que me hacés es linda, porque pensamos siempre en la Eva lujosa, con los trajes de gala, de los grandes Dior. Pero nos olvidamos que hay un uso, además del uso que ella hace la alta costura, que es muy especial y es el uso que ella hace de los otros tipos de outfit, según el horario y la actividad del día. La Eva que a la mañana se ponía su trajecito, combinado, de solapas oscuras y pied de poule o algún otro género. Hay ahí una Eva más ejecutiva. También hay una Eva que utiliza vestidos de cóctel para recibir a políticos en la tarde, por ejemplo. Hay toda una utilización de la normativa de los de los momentos del día para vestirse. Y, entre todo esto, además, una Eva que eventualmente utiliza gala. Si bien Eva aparece automáticamente vinculada con los vestidos importantes, todos sus estilos estaban rimados por las actividades que tenía. Entonces, una persona de la intensa exposición pública que tenía Eva, más que Perón en muchos aspectos, requería de una coordinación. Y en esto soy muy enfático: hay un equipo que la acompaña a ella, que está atrás de estas performance. Desde el que la peinaba, la maquillaba, todas las modistas que la asistían, que ideaban estilos, compaginaban sombreros, zapatos, joyas. Todo está pensado. Desde esta perspectiva, hay entonces toda una articulación de la moda, en relación con el mensaje político y con la visibilidad. Una coordinación para armar un mensaje político a través de la presencia impecable que siempre tenía Eva.

– ¿Y notás ahí una tensión entre el lujo de su vestimenta y los descamisados?

– La abanderada de los humildes, los descamisados, también son categorías políticas y esta supuesta oposición es una crítica que siempre se le hace. La pregunta que por ahí podríamos hacernos nosotros es: “¿y cómo debería haberse vestido?”. Primeras damas anteriores y posteriores a Eva también vistieron ropa lujosa. ¿No es cierto? Eva tuvo mucha más exposición pública, es cierto, pero eso no quiere decir que las anteriores y las posteriores no hubiesen utilizado lujos extremos. Eva neutraliza esta crítica al afirmar “estar linda para mis grasitas”. Ella propone ahí una teoría para entender este proceso, esta supuesta dicotomía. La supuesta disyuntiva entre su apariencia y su acción social ligada a la pobreza. Y con esa frase muestra que los humildes, es un tema de la oligarquía, de la oposición política. Es un problema para ellos, dentro de la doctrina peronista no hay oposición ahí, ella es una trabajadora más. En el mensaje político peronista ese escalón estaba salvado.

– Eva fue vestida y produjo fascinación entre importantes modistas europeos. ¿En qué momento de la moda europea se puede inscribir este interés?

– Eva de repente viene a ser vista como como este personaje que transita a Europa con su gira, y en este momento se estaba reinstalando, reinstaurando un sistema de la moda. De creación, producción, consumo y circulación de moda, muy intenso. Y si bien la historiografía tiende a pensarla a ella accediendo a estos lugares de refinamiento y circulación de la moda, en realidad, es la moda francesa, principalmente Parisina, la que busca figuras políticas importantes que pudiesen difundir los nuevos estilos. Y en esto Eva fue excepcional. Se buscaba mujeres de notoriedad que se transformen en embajadoras de marcas, estilos, diseñadores. Todo un sistema que buscaba potenciar una industria atrás de la revitalización económica que requería Europa tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. Hay toda una maquinaria de la moda ahí cuya sombra se proyecta hasta nuestros días. Eva, en este sistema adquirió una importancia por ser justamente una figura política excepcional.

– ¿En qué radicó entonces su excepcionalidad si era en algún punto lo que pretendía la alta costura en ese momento?

– Su excepcionalidad radicó en una subversión que hizo Eva del uso de la alta costura. Yo siempre digo que estos diseñadores europeos jamás pensaron que sus creaciones iban a ser utilizadas de la manera en las que la utilizó Eva. Porque la alta costura de este momento, pensaba en una mujer adorno. Una mujer compañera, accesorio de su marido, que sea bella y pasiva. Eva hace todo lo contrario. El uso que ella hace de la moda europea, y de la local también, no tiene que ver con una pasividad sino con todo lo contrario. Subvierte el fin de esta ropa creada como accesorio, para la belleza y la pasividad, y le da una agencia política específica. Esto era impensado para el cuerpo femenino que vestía la alta costura. Eva utiliza la alta costura como un traje de batalla. Eva utiliza la alta costura para las galas del Colón. Un espacio que le es hostil, terreno de la oligarquía.

“Eva subvierte el uso y el fin de la alta costura. 
Usa los vestidos de gala como un traje de batalla”

– ¿Cómo ves hoy la relación entre moda, estilo y política? Las críticas en relación a quienes pueden hacen uso de diseños exclusivos, cuáles son los cuerpos habilitados para vestir ciertas prendas se sostienen quizás desde los mismos sectores. ¿Qué lectura haces de esto?

– Eva fue excepcional en su momento como como figura política. Y dispuso de las herramientas para poder enfrentar la crítica política encarnizada. Eva era el poder, Perón también y el peronismo. En la actualidad también me parece que hay mujeres políticas que desarrollan un aparato comunicacional a través de su figura y me parece perfecto realmente. Me parece que tiene que ser así. Eva fue pionera en esto, y esas proyecciones todavía están. Sabemos lo importante que es cuando una figura política usa algo que no corresponde, el impacto que tiene en su discurso, ahora más que nunca con las redes sociales, y la rapidez de la comunicación visual.  Pero bueno, esto también expone a críticas constantes y que vienen de cualquier lado, por lo que es necesario tener una piel gruesa. No es fácil bancarse todas esos embates que tienen que ver con el con el cuerpo propio.