Galup: "El desafío es pensar en términos de comunidad y no de audiencia"
Invitado por la Asociación de Graduados de Comunicación Social de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) Luciano Galup presentó su libro recientemente publicado y debatió sobre el rol de las tecnologías en la política actual.
Esta semana Luciano Galup presentó en Rosario su libro “Big data y política” y el evento se convirtió en una ocasión más que propicia para pensar en torno a la construcción política en tiempos de redes. Una genealogía atolondrada pero no por eso menos perspicaz sobre el desarrollo de Facebook y la interacción con movimientos sociales y políticos, cuestionó las afirmaciones desplegadas desde distintos ámbitos que creen ver en las nuevas tecnologías de la información y comunicación (TIC) el huevo de serpiente de los triunfos de gobiernos neoconservadores.
La genealogía trazada por Galup en apenas unos minutos es la siguiente: en 2008 se da una crisis financiera global producto al colapso de la burbuja inmobiliaria en EE.UU. A su entender, esta crisis muestras el fracaso del Consenso de Washington, sobre el que se llegó a afirmar que marcaba el fin de la Historia (Francis Fukuyama 1992). La Historia, entendida como lucha de ideologías, había llegado a su fin con la caída del Muro de Berlín y el final de la Guerra Fría. Ahora el mundo se encaminaba hacia un consenso neoliberal sin contradicciones ideológicas.
Pero todas las contradicciones emergen en 2008, en el mismo año Facebook crece exponencialmente logrando 60 millones de usuarios; en 2009 ya llega a los 150 millones de usuarios. La serie de protestas a nivel mundial que muestra la insustentabilidad del proyecto neoliberal mostrando sus descartes es acompañada por la plataforma en la que diversos colectivos encuentran una herramienta acorde a las demandas de democratización, participación y circulación libre de la información.
La Primavera Árabe, el 15M en España y #YoSoy132 en México
En 2010 acontece la Primavera Árabe. La serie de manifestaciones populares que estallaron tras la autoinmolación de un vendedor ambulante de Túnez a quien la policía lo despojó de sus mercancías y lo mantuvo detenido, encontró en Facebook una herramienta rápida, anónima y eficaz para organizarse. 2010 era el primer año en que la red social de Mark Zuckerberg estaba disponible árabe y logró 250 millones de usuarios más.
En 2011 se da en España el 15M, “la primera revuela social que tiene nombre de hashtag”, planteó Galup. El 15M, también llamado movimiento de los indignados, se forma a partir de la manifestación del 15 de mayo de 2011 de la que luego surgen una serie de protestas pacíficas con la intención de promover una democracia más participativa alejada del bipartidismo y del dominio de bancos y corporaciones, así como una «auténtica división de poderes» y otras medidas con la intención de mejorar el sistema democrático. Facebook ya alcanza los 600 millones de usuarios en el mundo.
En 2012 estalla en México el movimiento ciudadano #YoSoy132 que buscaba la democratización de los medios de comunicación, la creación de un tercer debate entre los candidatos presidenciales, y el rechazo a la imposición mediática. El nombre del movimiento responde a la publicación de un vídeo en el que 131 estudiantes contestan las declaraciones de algunos funcionarios públicos. La mera proclamación de ‘yo soy 132’ era entonces una autoafiliación a las demandas este colectivo joven. En ese año Facebook alcanza los 900 millones de usuarios.
Estos fueron algunos de los ejemplos que desplegó el especialista en marketing digital. Para Galup estas manifestaciones y revueltas encontraron en Facebook una herramienta para organizarse y vehiculizar demandas que no encontraban lugar ni en los medios tradicionales ni en la clase política gobernante, que había creído fuertemente en un consenso neoliberal que no paraba de mostrar fisuras. En este sentido Facebook fue experimentado por los distintos colectivos como una intensificación de la experiencia democrática.
Crisis de reputación de Facebook
Sin embargo, un análisis reciente de la actividad política en redes encuentra en Facebook la punta de lanza de la victoria de Donald Trump en 2016, con la circulación indiscriminada de fakes news. Otro tanto se dice sobre la victoria de Jair Bolsonaro en Brasil y su ‘exitosa’ campaña a través de whatsapp.
Para Galup, todos estos análisis ponen el acento en la emisión y no en la receptividad, además de culpar a las TIC y des-responsabilizar a la clase política gobernante de la gestión de la crisis en donde se debe, según él, buscar las causas ya sea de una victoria o de una derrota. Pero brinda un dato más. Es también en el año 2017 cuando Facebook decide cambiar su algoritmo y dejar de fomentar contenidos de páginas y medios de comunicación y empieza a privilegiar el contenido generado por usuarios individuales. Allí es cunado la plataforma empieza a enfrentar una crisis de reputación.
“Justamente cuando Facebook deja de privilegiar el contenido de medios es cuando entra en una crisis de credibilidad, y es acusado desde estos medios de no ser fiable. En el momento en que el algoritmo ya en gran parte frenaba la circulación de fakes”, comentó con suspicacia Galup. “Basta ver cómo titulan los medios tradicionales para darse cuenta de la profunda crisis de fidelización de lectores que enfrentan. Lo que ellos le cuestionan a Facebook, es justamente lo que ellos mismos fomentan en post de ganar lectores, así sea por apenas unos minutos”, sumó. Todo esto no lo hace desconocer la sintonía que existe entre las redes y el discurso de odio, pero esto se entiende en función de la emotividad con la que carga y la simpleza.
El quiebre, les reciente PASO
Claro que las fakes y el discurso de odio prende como reguero de pólvora en las redes. Ahora, se puede con las redes manipular ciudadanos y ganar elecciones. La respuesta para Galup es no y el reciente resultado de las PASO que colocó a Mauricio Macri a quince puntos de Alberto Fernández lo demuestra. “Lo más lógico era que perdiera”, afirma.
Crecimiento en el índice de pobreza, en el de desocupación, aumento de la deuda externa. “¿A quién se le ocurre que podía ganar?”, se pregunta. “Menos mal que el libro salió un mes antes”, agrega aliviado de no poder ser acusado de que ‘habla con el diario del lunes’. Y confiesa: “Antes de las elecciones todos me llamaban para que explique el fenómeno cambiemos en redes. Y cuando advertía sobre la inconsistencia de ciertas apreciaciones me decían que no era así. El lunes siguiente desde los medios me llamaban preguntan ¿qué paso?”.
Lo que sucedió en el PASO muestra para Galup un quiebre en ese determinismo tecnológico que afirma que con una buena gestión de redes se pueden ganar elecciones y manipular a la ciudadanía. Algo tan viejo como refutado, desde el surgimiento de las primeras tecnologías de difusión masiva.
Sintonías con Franco “Bifo” Baerdi
Algo similar señalaba el filósofo Franco Berardi “Bifo” el año pasado cuando vino a Rosario para dar una serie de conferencias en las que analizó el rol de las TIC en la sociedad actual. Allí afirmó que la sociedad actual enfrenta una disolución de la capacidad crítica, fomentada por una circulación de información abundante y constante que dificulta el análisis. Lo que se llama infoxicación, una intoxicación de información.
Exceso de información que los individuos no pueden procesar, pero que son llamados a procesar para ser competentes, aptos, y esto aterra, y la respuesta al terror es reaccionaria. “Cuando el deseo, la comunicación deseante, produce un efecto de pánico, el paso sucesivo es cortar su relación con el mundo. Cortar su relación desde antes con el mundo. En este momento cuando la relación deseante cae, el mundo deviene una pesadilla. El mundo se hace algo totalmente gris, totalmente intolerable. Pánico y depresión, esta es la condición en la cual vive la mayoría de la población en la época de la aceleración semio-capitalista”, sentenció Bifo hace un año. Es justamente en esta sintomático em la que inscribió la victoria de Donald Trump y la de Jair Bolsonaro en Brasil. Es que según entiende “en la situación pánico y depresión la respuesta más simple es aguantar una identidad. ‘Soy blanco, soy negro, soy americano’. Un racismo que además es el de los perdedores, es un racismo de los humillados, es un racismo de los deprimidos y de los panicados.
En sintonía Galup afirma que “si Bolsonaro ganó no es por una buena campaña en Whatsap, sino por el descontento de una población que vive en el país en el que están 5 de las 20 ciudades más peligrosas del mundo y que no haya respuestas en lo ya dado”. La clase política gobernante, a su entender, sigue sin poder dar respuesta a una fuerte crisis económica, social y política; y en este contexto el discurso de odio brinda una respuesta simple. Pero es imposible pensar en la emergencia de este discurso sin que subyazcan una profunda crisis económica, de polarización política y de circulación de la información.
Hace apenas unos días en la revista Lobo Suelto el filósofo italiano insistía con la cuestión del pánico en un artículo que titula “No Paniquees”. Allí afirma que el racismo está creciendo en el hemisferio norte porque aquellos que se piensan como la raza blanca están sintiendo el fragor de la gran migración y entran en pánico. Para Bifo este fenómeno no es más que “la imparable némesis de quinientos años de expansión y colonización europea”. “Nosotros, los colonizadores, la raza blanca, los modernizadores, nos hemos otorgado la autoridad de distinguir entre el orden y el caos, de convertir la barbarie en civilización. Ahora estamos experimentando el fin de la supremacía blanca basada en el control exclusivo de la técnica. Ahora las tecnologías están en manos de todos, seis billones de smartphones, tres billones de personas con acceso a Internet, dos billones de cuentas de Facebook, un billón de cuentas Instagram; e incontables pastillas”, sentencia.
Incontables pastillas que sirven para ayudar a calmar y a hacer olvidar el ineludible caos que atormenta las mentes y expectativas de una sociedad que no puede más que aguantar en su identidad de blanca, modernizadora, colonizadora. Nuevamente una sociedad que se creyó fuertemente el consenso neoliberal que ahora se enfrenta con que los conflictos existen, como existieron siempre. Pero vuelve a poner el acento y la posibilidad de acción en “seis billones de smartphones” que están en las manos de todos.
La salida, pensar lo nuevo
En este sentido para Galup sería mucho más interesante entonces hacer un análisis de recepción y no solo de la circulación de estos discursos. El discurso de odio, como se dijo, prende muy bien en redes por su emotividad y simpleza, sin embargo, eso por sí solo no determina una elección. El determinismo tecnológico oculta más de lo que devela.
El desafío es empezar a pensar las redes en términos de comunidad y no de audiencia. La pregunta que hay que hacerse según Galup es cómo hacer comunidad en las redes. “Tenemos con las redes la oportunidad de pensar sociedades más democráticas y cómo se construyen en términos cognitivos. Si atacamos la superficie, que pueden ser las fakes, y no pensamos en el fondo de la cuestión, que es la construcción política e ideológica, la habremos desaprovechado”, afirmó el especialista.
“Las redes sociales construyen ciudadanía, entoces hay que pensar en términos de comunidad y no de audiencia. Los usuarios construyen comunidad y por más plata que tengas no vas a poder comprare una comunidad, del mismo modo en que no te compras amigos. Y es en este sentido también que hay que aceptar la diversidad de la comunidad que se construye en redes en donde los contenidos son más caóticos, desprolijos e inesperados”, afirmó. Porque justamente se deja de lago la métrica de pensar en términos de audiencia.
Un articulo publicado recientemente en el blog Mímesis por el colectivo Centelha -un colectivo brasilero que revindica derechos de la naturaleza y se posiciona en contra de las políticas de Bolsonaro- también sitúa la crisis iniciada en 2008 como el quiebre de un consenso que ya no es viable. A principio de texto afirma: “El mundo en el que crecimos, en el que aprendimos a desear, a caminar y circular, ese mundo se acabó. Lo que queda de él es apenas una fantasmagoría. No hay camino de retorno, no hay derechos para preservar o democracia para defender. Nuestra democracia no está en el pasado, ella no puede estar donde nunca existió. Ella está delante de nosotros, como invención radicalmente colectiva que surgirá cuando derrotemos la apatía que el poder quiere imponernos y a la cual nos vinculamos con placer inconfesado”.