Profundidad de campo: un recorrido por el cine latinoamericano
El ciclo que se estrena este jueves a las 22.30 por la pantalla de canal Encuentro, será presentado por el crítico Diego Trerotola y promete la emisión de películas que se verán por primera vez en el país.
“Profundidad de campo. Cine latinoamericano” será el nombre bajo el cual este jueves se dará inicio a un ciclo de cine presentado por el periodista y crítico de cine Diego Trerotola, por la pantalla de canal Encuentro. La producción, que propone un recorrido por América Latina a través de sus personajes, imágenes y sonido, reunirá filmes locales, de Venezuela, Chile, Cuba y Guatemala, y algunos se verán por primera vez en Argentina.
Son un total de seis películas que se emitirán semana a semana. La presentaciones que serán la antesala de cada film se grabaron en el Delta del Tigre. En diálogo con Rosarioplus.com el crítico Diego Trerotola contó de qué va esta propuesta que lo vuelve a poner en escena.
La película que dará inicio al ciclo este jueves a las 22:30 es “La cordillera de los sueños” (2019), una coproducción entre Chile y Francia del documentalista Patricio Guzmán. Los jueves siguientes se podrán ver “Ixcanul” (2015), de Jayro Bustamante; “Silvia Prieto” (1999), de Martín Rejtman; la venezolana “Pelo malo” (2013), de Mariana Rondón, la cinta cubana “Últimos días en La Habana” (2016), de Fernando Pérez; y, finalmente, el 11 de mayo, el último jueves del ciclo, se verá “La ciénaga”, de la multipremiada cineasta argentina Lucrecia Martel.
— ¿Por qué "Profundidad de campo"? ¿Cuál es el campo a profundizar? ¿Qué es lo que aparece en este campo?
— Diego Trerotola: Profundidad de campo es un procedimiento cinematográfico, una forma de producir una imagen que tiene una nitidez que permite ver en profundidad el campo visual. Propuse ese nombre porque el programa tiene como principal objetivo difundir varias películas latinoamericanas que no se ven en general en el panorama del cine de la región, no entran en el campo visual a la hora de echar una mirada a la producción de los países de América Latina. De hecho, incluimos, por ejemplo, una película guatemalteca, Ixcanul, que sería la primera vez que la televisión argentina emite una película de ese país.
— ¿Estuviste involucrado en la curaduría del ciclo o sabés cómo fue esta selección? ¿Qué parámetros siguió?
— DT: Cuando el Canal Encuentro me convoca para un ciclo que estaban pensando me proponen una primera lista y comenzamos a dialogar. Evidentemente pensaron en mí como crítico de cine y programador de festivales porque soy afín a ciertas películas, entonces la lista original ya coincidía con películas de las que podía elaborar un discurso, que podía presentar como elecciones propias, de las que ya había escrito o programado. La lista final estuvo determinada por esa charla pero fue una propuesta del Canal porque el tema de derechos para ser emitidas es toda una negociación compleja. Y la lista terminó siendo ideal, es un panorama latinoamericano ideal, por su pluralidad y su calidad a la hora de pensar las formas de vida, las estéticas, las propuestas narrativas y conceptuales de todo un continente. Y eso se logró en solamente seis películas.
— Leí que la presentación se grabó en Delta del Tigre. ¿Cómo fue este proceso? ¿Por qué se eligió ese entorno?
— DT: Cuando propuse las ideas para las presentaciones quería que no temine siendo una persona hablando a cámara, como dando una lección o informaciones sobre las películas, que es un modelo ya muy usado en televisión y que mucha gente lo hace muy bien, mejor de lo que podría hacerlo yo, y con un estilo personal, como Fernando Martín Peña en la Televisión Pública desde hace décadas. Quería tratar de aportar otra forma de dialogar con una película. También quería salir del presentador encerrado en una habitación, en un decorado o estudio, y establecer una relación con un espacio que no tuviese un vínculo directo con el cine. En el proyecto original del Canal estaba el hecho de que hiciese acciones cotidianas en las presentaciones, y propuse que esas acciones armaran una narrativa en ese espacio rural que se desarrollan mientras se escuchan mis pensamientos sobre las películas. Cuando comenté esto al equipo de producción que se encargó del rodaje, coincidieron y encontraron en el Delta un lugar que me pareció adecuado. Cuando estuve allí me di cuenta de que era mejor de lo que había imaginado, la productora mejoró mi idea. En principio, cada presentación iba a establecer desde el guion una situación que estuviese directa o indirectamente relacionada con la película que presentaba. Y en el Delta había lugares distintos que ofrecían alternativas para cada episodio, por eso era muy interesante. Cada episodio es distinto, no hay repeticiones, no hay una misma secuencia de títulos, porque como en cada película, se plantea una realidad diferente. En principio, algunas películas tienen una exploración del espacio y en cada episodio también se trata de explorar el Delta.
— ¿Qué implica la llegada de uns propuesta de estas características a Canal Encuentro?
— DT: El marco del Canal Encuentro es educativo, y el ciclo propone una nueva pedagogía para ver películas latinoamericanas, hay recorridos de aprendizaje en muchas de las películas y esos recorridos son muy distintos. La experiencia de aprender en distintas etapas de la vida, la pedagogías de lo cotidiano, las maneras en que narramos los procesos en los que comprendemos quienes somos, cómo movernos en el mundo y como transmitir nuestras sensibilidades. Creo que también hay, en todas las películas, una forma de la resistencia a las imposiciones que reducen las posibilidades de desarrollos individuales y colectivos, un rechazo a la cultura de la violencia opresiva y, sobre todo, un relato de las estrategias para sortear esas represiones. Y creo que la virtud del ciclo es que no da cuenta de una identidad latinoamericana petrificada, sino que se abre a los lenguajes distintos, a sentir que las sociedades van germinando su propios modos territoriales de resistir, rebelarse y conseguir mantener cielertas formas de vida amenazada en Chile, Guatemala, Cuba, Venezuela y Argentina.