Abucheos y silbidos para el anfitrión, paciencia y esperanza con el León
Los rosarinos que se acercaron hasta el Monumento para apoyar al presidente, mantienen la esperanza intacta. Estamos mal, pero vamos bien, según la visión de los mielisistas.
El Día de la Bandera dejó algunas perlitas que es necesario destacar. El acto principal a nivel nacional estaba previsto para las 9 en el Monumento a la Bandera, máximo homenaje a nuestra insigne patria en el lugar de su primer izamiento, pero el retraso fue importante. Casi una hora de espera para el León que tras aterrizar en suelo rosarino, y ser anunciado por alto parlante, se hizo esperar para llegar hasta el escenario. Esto dio tiempo para que más personas vayan llegando hasta el lugar y que en el momento de su arribo la cantidad de asistentes sea, al menos, aceptable.
Unas siete mil personas presenciaron los discursos del intendente Pablo Javkin, el gobernador Maximiliano Pullaro y del presidente Javier Milei, en ese orden. Curiosamente el ambiente más hostil fue para el anfitrión. Los abucheos y silbidos empezaron ni bien subió al escenario. “Mentiroso”, “Andá a los barrios”, fueron algunos de los gritos que se escucharon entre la gente dirigidos al intendente. No fueron suficientes los halagos por parte de Pablo a la presencia de Milei.
Pullaro tuvo un papel más feliz. Un discurso con consignas claras y muy opuestas a las que sostiene Milei. Una de ellas, quizás la más comentada, fue cuando afirmó "nos faltan obras de infraestructura para despegar el potencial del país”. Esto no le impidió ser correcto con la presencia presidencial. Nuevamente hizo uso de su cintura política.
Cuando llegó el momento de Milei los aplausos y la ovación aparecieron. En su discurso, el mandatario invitó a los gobernadores a firmar el Pacto de Mayo en Tucumán, el próximo 9 de julio, y defendió sus políticas de ajuste. Terminó con su clásica arenga “viva la libertad, carajo" y se despidió entre aplausos.
La gente que fue a verlo y lo sigue apoyando, mantiene la esperanza intacta. Incluso un joven de 22 años despedido hace unos meses de una cocina industrial, en el marco de una reducción de personal, fue a apoyarlo CV en mano. “Creo que vamos por buen rumbo”, afirmó.