El presidente Javier Milei tendrá mañana en Tucumán su diferido Pacto de Mayo, un decálogo de obviedades que -en muchos casos- ya están consagradas en la Constitución Nacional. Como el derecho a educarse que el gobernador de Santa Fe, Maximiliano Pullaro cree -o quiere hacer creer- que fue incluido en el documento formal por presión santafesina. Lo mismo que pretende arrogarse las tibias reformas al entreguista Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) que -igualmente- someterá a las industrias de esta provincia a un calvario
más profundo y oscuro del que ya empezaron a transitar.

La idea de los gobernadores festejantes es disfrazar lo que en realidad van a firmar: un recorte mucho más abrupto del gasto público nacional, provincial y municipal que pasará de un 40% del PIB de inversión a un 25%. Una poda de 15 puntos que pondrá a la Argentina al lado de naciones como Ghana, Togo y Brunei. Hay que tener en cuenta que toda la velocidad y crueldad del gobierno de Milei desde que empezó, representan 4 puntos del PIB de ajuste. Según el Pacto de
Mayo, faltan 11 puntos más. 

Desde hace algunos años, el Fondo Monetario Internacional (FMI) elabora un ránking de inversión pública de las naciones. En esa escala de gasto estatal nacional y provincial la Argentina figuraba 59°, con un 37% del PIB, un punto por debajo de Bulgaria, Australia, EE.UU,
Noruega y Burundi, es decir, desde naciones pobres a desarrolladas. Obvio que no sólo es importante el nivel de gasto público, sino también en qué gasta o invierte una nación. Por supuesto, también es para destacar cuánto recauda y cómo un país.

Esta semana habló con Radio Sí98.9 y con RosarioPlus, el ex ministro de la Producción de Alberto Fernández, Matías Kulfas. Un nombre resistido muchas veces por el kirchnerismo por sus críticas al distribucionismo pero que plantea un enorme debate hacia el interior
del peronismo.

Kulfas sostiene que hay un sector que piensa que el problema es distributivo, que Argentina tiene un nivel de riqueza alto con mala distribución. “Yo lo que digo es que Argentina hace desde 2011 que no crece sostenidamente. Que tiene un montón de potencial no explotado”. Y propone que hay que crecer y distribuir. “Si vos crecés y no distribuís, vas a tener un modelo injusto en el que la demanda no se retroalimenta. Ahora, si directamente no crecés, no tenés chance”,
afirma taxativamente. 

Y agrega que la clave no está en el remedio, sino en la dosis. “Necesitamos un mercado interno pujante, y para eso necesitamos más dólares”. Indica además que “si la macroeconomía se
ordena, y no se ordena lo productivo, vamos a volver a caer en esta discusión”.

Obteniendo datos...

El periodista económico Claudio Scaletta sostiene también que es interesante detenerse en estos debates teóricos porque aquí se encuentra la raíz de los grandes equívocos económicos de los últimos gobiernos nacionales populares. Sostiene que a pesar de que el PIB per cápita permaneció estancado en la década que terminó en 2022 y en franco retroceso desde entonces, todavía hay quienes creen que el problema residió en la falta de voluntad redistributiva. Es decir, en que no se repartió mejor una torta que se achicaba. 

“Se trata de una perspectiva realmente mágica según la cual en la economía no existirían las restricciones de productividad”. Y agrega que no solo el PIB per cápita permaneció virtualmente estancado desde 2011, sino también las exportaciones en cantidades. Es decir, no sólo se estancó la productividad y la producción, sino también la provisión de dólares
genuinos.

Kulfas, que dio una charla en Rosario organizada por el senador Marcelo Lewandowski y la Federación de Industriales de Santa Fe (Fisfe); habló también de los problemas que empezó a tener el gobierno libertario. Y en esa dirección marcó que después de los primeros meses
en los que el mercado le mostró confianza, en junio las promesas quedaron incumplidas. “Parecía que el gobierno iba a acumular reservas, pero nada de eso ocurrió”, afirmó Kulfas. 

Y dijo que además el campo, que tuvo una buena cosecha, no está liquidando, y que junio
que habitualmente es un buen mes para la recaudación del Banco Central, tuvo un saldo negativo. “Lo que se ve es un gobierno que pensó que tenía todo resuelto, y hoy se da todo lo contrario, con mucha incertidumbre en el mercado de cambios”.