El fascismo utópico de Javier Milei quedó un poco más al descubierto luego de su paso por el Consejo de las Américas y sobre todo, por la participación del ministro de Economía y candidato presidencial Sergio Massa quien le sacó la careta sin agredirlo personalmente. Y este es un rasgo muy distintivo de esta campaña: los únicos ataques personales ocurrieron en la interna de Juntos por el Cambio entre Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich. 

Se ve que los resultados obtenidos por ambos en las PASO, enseñaron a todos. Aunque sean
barbaridades, Milei discute ideas y no nombres. Cuando lanza sus dardos lo hace contra “la casta” o alude a la imposibilidad de hacer grandes transformaciones “siempre con los mismos”. Quizás ahí se encuentre una de las claves de su empatía con el electorado: No es un peleador más de la política, sino un peleador contra la política. Aunque no sea sincero, le creyeron. Obvio que hay algo más, la receta no le funciona a cualquiera.

Pero en ese ambiente del Council, un Milei envalentonado adelantó que en caso de ser presidente él no se relacionaría con “comunistas” en referencia a la integración de los BRICS junto a Rusia y China; y que además también rompería relaciones con Brasil y el Mercosur al que
llamó “fórmula aduanera poco eficaz”. En ese escenario de poderosos creado por David Rockefeller en la década del ‘60; se encontraba el longevo Eduardo Eunerkian que cobijó durante años a Massa y a Milei lo tuvo como empleado por largo tiempo. 

La edad  y el dinero lo hicieron sabio al empresario que negoció con todos los gobiernos y por eso lanzó una frase que, claro, no se ajusta a estos tiempos de expansión del derecho de las mujeres. “Uno puede tener a su esposa y también a su amante”, en referencia a una supuesta lealtad con Estados Unidos y también a los negocios con China, Rusia y el resto de los BRICS.

A su turno, Massa desde el atril puso en claro que si se rompen relaciones con China y Brasil “¿a quién les van a vender su productos?”, le dijo a los empresarios mirándolos a la cara y
recordando que se habla de negocios por casi 30 mil millones de dólares con esas dos naciones poderosas.

Les pidió entonces que “piensen en sus empresas, no les pido que piensen en mí”, lanzó en un golpe certero. En esos minutos el ministro de Economía fue más poderoso en su respuesta que toda la comunidad científica defendiendo al Conicet y todos los académicos defendiendo a la Universidad Pública. Puntos que están destinados a hacer perder el eje real de la batalla. Máscaras ideológicas para el disfraz.

El programa de Milei hace acordar al periódico anarquista que se editaba en Rosario en 1892. “Demoliamo”, se llamaba, es decir demoler todo, sobre todo el Estado. Pero el anarquismo lo hacía para la libertad del trabajador mientras que el candidato de La Libertad Avanza lo quiere implementar para la libertad de empresa y la concentración del capital. Bueno, para eso se creó en definitiva el Consejo de las Américas. Es el mismo think tank que no dudó en armar a
las dictaduras de toda América Latina, precisamente para garantizar esos mismos negocios. ¿Cómo puede asustarlos Milei? 

Como sea, el ambiente tampoco era hostil a Massa que es el peronista con más relaciones en las altas esferas aún proponiendo una centralidad del Estado. La cuestión es siempre política y a Milei lo escuchan por los votos que sacó en las primarias, es decir por el poder que adquirió conferido por la gente. Por eso mismo la opción por Milei de millones de votantes no es ideológica, sino un punto de quiebre en el adormecido sistema político argentino. 

La gente ni siquiera escucha las ensaladas teóricas del economistas, escucha sus gritos y le caen bien porque siente que son sus mismos gritos ahogados. Pero después hay que gobernar en serio y sacar a un país del pozo en el que está y ahí es donde Massa recupera terreno.