"Argentina 1985" y su apuesta por ficcionar un pasado para ser narrado
El largometraje de Santiago Mitre fue elegido para esta fecha por la importancia histórica de su temática, que gira en torno al restablecimiento de la democracia en La Argentina y el Juicio a las Juntas de la última dictadura cívico-militar. El investigador de Conicet Esteban Dipaola analiza el film, su fuerza y el humor desde el cual elige contar un pasado oscuro.
El multipremiado filme “Argentina, 1985”, protagonizado por Ricardo Darín y Peter Lanzani, no deja de dar que hablar. Su récord de taquilla, su permanencia en cartelera durante meses por la aceptación del público, sus reconocimientos y finalmente la candidatura al Óscar como mejor película extranjera, la mantuvieron en la agenda de los medios. Este 24 de marzo, en el marco del Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia y de las diversas actividades en conmemoración de los 40 años de Democracia, el film vuelve a retomarse. Incluso, la plataforma de streaming Prime Video decidió abrir la película para este viernes desde las 00.00 y hasta las 23.59, sin costo solo para Argentina y sin el requisito de suscripción.
El largometraje de Santiago Mitre fue elegido para esta fecha por la importancia histórica de su temática, que gira en torno al restablecimiento de la democracia en La Argentina y el Juicio a las Juntas de la última dictadura cívico-militar, además de estar centrado en las figuras de los fiscales Julio César Strassera y Luis Moreno Ocampo, interpretados por Darín y Lanzani, respectivamente. En diálogo con Rosarioplus.com el Investigador de Conicet Esteban Dipaola analiza el film, su fuerza y el humor desde el cual elige contar un pasado oscuro, la democracia en sus primeros años y de qué se trató trabajar desde el Poder Judicial para que el Juicio a las Juntas sea posible.
El investigador afirma que no la piensa como una reconstrucción del pasado, sino como una reflexión acerca de los modelos ficcionales de constitución de nuestra memoria. Una propuesta narrativa sobre algo que suceó hace casi cuarenta años, sin pretensiones de fidelidad. “Por eso son improcedentes los debates acerca de la fidelidad de lo que se cuenta como documento histórico, porque no es ese el propósito de la película, tampoco el del cine”, afirma.
– ¿Qué valoración haces de la película “Argentina 1985” en relación a la reconstrucción y difusión del pasado?
– Esteban Dipaola: La película “Argentina 1985” no la pienso como una reconstrucción del pasado. Creo que es un dispositivo de ficción que no pretende registrar hechos verídicos y sí a partir de un hecho político concreto y fundamental de la historia proponer una forma de narrarlo. Esto significa atender a la relación del cine con la mirada, es decir, cómo desde las imágenes puede representarse -y por lo tanto interpretarse- algo sucedido hace casi cuarenta años. Por eso es imposible hablar de reconstrucción y con mejor criterio atender a la representación del pasado. La difusión entonces determina la incidencia de un dispositivo ficcional para fundar el registro de una memoria. Por eso son improcedentes los debates acerca de la fidelidad de lo que se cuenta como documento histórico, porque no es ese el propósito de la película, tampoco el del cine.
– Leí que según tu mirada a la película la inscribís dentro del género de comedia ¿Por qué lo pensás de este modo?
– Esteban Dipaola: “Argentina 1985” la podemos inscribir en el género comedia, siempre que entendamos específicamente que nos referimos al género cinematográfico. La tradición del cine nacional siempre que tomó la comedia para su representación lo hizo desde la estética costumbrista, y eso es una comedia deformada porque se llena de prejuicios. Nuestro ejemplo mayor es “Esperando la carroza”, y comprendo que el público tenga un afecto fenomenal por la película, pero en términos cinematográficos es un panfleto de prejuicios ideológicos expuestos desde un humor llano y de fácil alcance popular. El final de la película con ese: “de todos nosotros me río”, es el prejuicio con una mirada despectiva hacia la vida familiar de las clases populares. Por supuesto que ese costumbrismo logra identificación, pero es un cine lamentable. En cambio, “Argentina 1985” toma la estructura del género comedia para incluir en éste una dimensión dramática de la historia. No solamente en las escenas más disparatadas y graciosas, por ejemplo, la de las entrevistas a los aspirantes para ayudantes de la fiscalía, toda la narrativa del filme tiene giros que captan la atención del público a partir de ese registro de lo que aparece como fuera de contexto que es un rasgo peculiar de lo cómico. Es una comedia en la tradición del cine clásico.
– Valorizas el punto de vista del hijo de Strassera, el niño que aparece atento a la labor de su padre. ¿Por qué haces énfasis en esta mirada?
– Esteban Dipaola: La película empieza con el hijo de Strassera revelado como “espía”: es aquel que sigue a la hermana y espía con quién se junta. Ya en el inicio la película (en la tradición del cine clásico) avisa quién porta la mirada. Luego “Argentina 1985” trabaja con distintos puntos de vista, pero ya ubicó al personaje del hijo de Strassera como aquel que porta el registro de la mirada. Es un personaje que aparece ubicado siempre en la resolución de los giros dramáticos del filme, en el juicio y en la preparación de la fiscalía. Y así como empieza con su rol de pequeño espía, es también este personaje quien observa a los jueces en el bar decidiendo los fallos y las penas, para luego ir y contarlo en la fiscalía. La importancia de esto es que propone un registro generacional, se trata de un niño mirando el juicio, es decir, la película busca interpelar en su tono a los hijos de la democracia y no a quienes vivieron la dictadura. Me parece que esto es fundamental para comprender su dispositivo ficcional.
– En los '80 con el regreso de la democracia el cine nacional trató de explicar qué es lo que había sucedido en el pasado reciente, como si quisiera entender el horror. ¿Qué diferencias ves entre ese cine y esta película?
– Esteban Dipaola: El cine de la década del ochenta se inscribió dentro del panorama estético del costumbrismo propio del cine argentino, y esto lo conformó como un cine de denuncia, cuya propuesta ideológica correspondía que estuviera enunciada y subrayada. La denuncia hace del cine un registro más bien televisivo, es decir, todos deben ver lo que ocurrió y pensar más o menos lo mismo sobre ello, que es lo que se está representando. Por eso el cine de los ochenta fue preferentemente cuestionado a partir de la aparición del Nuevo cine argentino hacia mediados de la década del noventa. “Argentina 1985” reconoce las tradiciones estéticas del cine y si bien pueden encontrarse en ella mínimas características que uno puede identificar con el “cine moderno”, y más concretamente con la nouvelle vague, es claramente una película inscripta en la tradición del cine clásico. Es una película que reconoce su condición de dispositivo de ficción y no pretende ni propone el enunciado de la denuncia y la identificación del público con ella. Creo que los inconducentes debates sobre lo que no muestra la película, donde cada cual elige lo que cree que sí debería estar y aparentemente no estuvo, es precisamente porque no se atiende a que el cine, al menos si queremos ver cine y no un producto televisivo como es ahora cualquier película de Netflix, trabaja sobre condiciones estéticas de representación y donde el registro de la cámara inscribe una objetividad que no implica neutralidad, sino que el registro no impone la mirada al espectador.