Javier Milei sonríe en su gira europea. Georgia Meloni lo recibió en un aparte en la reunión del G7 aunque la prensa internacional apenas lo nombra. El mandatario argentino quedó bajo las sombras del presidente norteamericano Joe Biden y del Papa Francisco. La juventud de los Hermanos de Italia -el partido fascista de la ministra Meloni- apareció con buzos azules, vestidos todos iguales y con loas a Benito Mussolini. Parece que aquí no hemos visto nada todavía. 

¿Llegará el momento en el que Lionel Messi tenga que exponer su pensamiento político y advertir como lo acaba de hacer Kylian Mbappé en la conferencia de prensa por la Eurocopa donde le pidió a los jóvenes votar contra la ultraderecha? “La política es más importante que el partido de mañana”, dijo el astro francés.

Milei ni piensa por ahora en la Copa América. Pero sí celebra la sanción de la Ley Bases -salga como salga de Diputados, ya está adentro-, la inflación de mayo en el 4,2%; la renovación del swap con China por 5 mil millones de dólares y el desembolso del FMI de 800 millones de dólares. La semana pasada el gobierno libertario estaba hundido tras las polleras de Sandra Pettovello por los alimentos no repartidos, y ahora ya ni piensa en pagar los costos por la represión fuera del Congreso con los infiltrados que fueron fotografiados por todo el mundo. Ya pasó y ganó Patricia Bullrich 3 a 0.

Eso sí, para ganarse los 5.000 millones de dólares chinos tendrá que ir a Pekín y sacarse una foto al lado del “monstruo comunista” con el que jamás iba a hacer negocios. Poco le importa a Xi Jinping lo que haya dicho de él o de su país el verborrágico presidente argentino. Pero sí le preguntarán serios en un aparte por la provocación de la canciller Diana Mondino de reunirse en Buenos Aires con autoridades de Taiwán. Con eso sí que no se embroma.

El gobernador Maximiliano Pullaro se subió a la ola triunfalista, celebró la sanción de la polémica ley en el Senado y puso a su ministro de Producción, Gustavo Puccini a explicar que los cambios en el Régimen de Incentivos a las Grandes Inversiones (RIGI), fueron los que había sugerido el gobierno provincial. Ponéle. Y además que esa polémica normativa terminará “beneficiando a las industrias de Santa Fe”.

El ministro de Pullaro sostiene que se cambió la posibilidad de que esas grandes inversiones contemplen un plan de desarrollo de proveedores locales. “Un mínimo de 20 por ciento para bienes y obras”, celebró Puccini. “Permite no sólo en la operación, es decir, cuando van a comprar algún bien en la construcción de alguna obra, sino en la etapa de la producción. Es decir, una empresa nuestra puede asociarse a esa inversión y formar parte, y tener las mismas excepciones que va a tener esa inversión”, añadió el ministro.

Pero un informe sobre las inversiones energéticas en el país publicado el fin de semana, vuelve a plantear la pregunta que muy pocos hicieron y que menos quisieron contestar. ¿Y si los incentivos del régimen son aprovechados por las compañías que igual iban a invertir y ni siquiera se produce un aumento neto del empleo ni la producción?

La consultora Aleph Energy muestra que el año pasado, las inversiones de las petroleras en exploración y producción hidrocarburífera totalizaron U$S11.800 millones. YPF figura en la punta, con casi la mitad del total. Para este año hay previstos desembolsos por casi el mismo monto (U$S11.400 millones). Aleph estima que YPF invertirá U$S4.406 millones, Panamerican Energy 1.600 millones, Vista 945 millones, Pluspetrol 881 millones, la francesa Total 580 millones, Tecpetrol 523 millones, Shell 491, CGC 366 millones, Chevron 319 millones y Pampa (de Mindlin) 239 millones. Todas ellas podrían acogerse al RIGI, que exige invertir un piso de US$200 millones en los sectores seleccionados. Si la carga impositiva se reduce 10 puntos, como estiman conservadoramente en el oficialismo, el fisco habrá resignado más de mil millones de dólares a cambio de nada. Los desembolsos iban a ocurrir de todos modos, como calculó el periodista especializado Sergio Bercovich.

Esta sería la segunda gran transferencia de esta gestión de los sectores de menores ingresos a los más acaudalados. La primera fue la que generó la devaluación de diciembre, que empujó a cinco millones de personas debajo de la línea de pobreza y cuyos beneficiarios empiezan a aparecer en los balances trimestrales públicos presentados ante la Comisión Nacional de Valores (CNV).