La feria de libros usados de la plaza Sarmiento es un clásico de la ciudad; desde hace décadas los rosarinos llevan los manuales educativos que utilizaron durante todo el año para canjearlos o recibir dinero a cambio. También, muchos aprovechan alguna mudanza para achicar la biblioteca y vender obras literarias que ya no volverán a ser leídas. Para conservar este tradicional paseo de calle Corrientes, entre San Juan y San Luis, los puesteros necesitan que el municipio avance con un proyecto de modernización que garantice mejores condiciones de trabajo.

“Es la única ciudad con más de un millón de habitantes que no tiene una paseo con puestos fijos”, afirmó Gustavo, uno de los históricos comerciantes de la plaza Sarmiento, y continuó: “Las condiciones de trabajo no son las mejores, no pedimos grandes cosas, sino un lugar fijo, similar a un puesto de diario, donde abrís y ya está”.

“Hace cuarenta años que vendemos libros en la plaza, y ya no nos da el físico para traer los tablones, los cajones y la carreta. Hay tres o cuatro muchachos que tienen problemas de salud por esto”, comentó Daniel, otro vendedor de la feria, y comentó que los materiales son guardados en un depósito alquilado en la cortada Ricardone, a tres cuadras de la plaza.

En los últimos años, la plaza Sarmiento fue remodelada en varias ocasiones. En 2017, se realizó la readecuación de las paradas sobre calle San Juan y la disposición de nuevos refugios para la espera del transporte urbano de colectivos. Actualmente, se encuentra en proceso una obra para instalar juegos infantiles en el sector que se ubica frente al edificio del Normal nº1. A pesar de los constantes cambios en el espacio público, la feria de libros usados sigue manteniendo la estructura de hace décadas.

Iniciativa propia

En diálogo con Rosario Plus, los puesteros recordaron que hace varios años habían elaborado un proyecto para mejorar las condiciones de trabajo y modernizar el sector de la plaza donde se instalan los tablones, pero nunca lograron el aval de los políticos para avanzar en la iniciativa. “Hace rato que venimos presentando este proyecto, pero nunca hubo respuestas. Es un tema que lo hemos tratado, han pasado los gobiernos y concejales y seguimos en la misma situación”, señaló Gustavo.

La propuesta que habían creado los puesteros contemplaba estructuras fijas de hierro, similares a las que se instalaron en plaza Montenegro, con persianas en la parte frontal. Además, se proponían espacios lúdicos, con tableros de ajedrez, y de lectura. “Este proyecto nos permitiría abrir los feriados, domingos y extender el horario de atención”, remarcó Daniel.

Proyecto en el Concejo

Asimismo, el concejal del Partido Demócrata Progresista (PDP), Hernán Calatayud, presentó un proyecto en el Palacio Vasallo que comprende la creación del “Paseo de la Lectura” en la plaza Sarmiento. 

Según la propuesta, el nuevo sector contará con áreas destinadas a la lectura pública, incluyendo bancos con forma de libro. Además, los lugares designados para la venta/canje de libros usados y las áreas de lectura pública deberán cumplir con las normativas urbanísticas y de seguridad vigentes, garantizando condiciones adecuadas para la operación de los puestos y una fluida circulación peatonal. 

Los puesteros dispondrán de un espacio apropiado y protegido de las inclemencias del tiempo, mediante la instalación de estructuras y/o cobertizos que aseguren condiciones laborales adecuadas y permitan la continuidad del servicio independientemente del clima.

Asimismo, los interesados en instalar puestos de libros usados en el "Paseo de la Lectura" deberán obtener una autorización previa por parte del Municipio, “la cual estará sujeta al cumplimiento de requisitos específicos que aseguren la calidad y diversidad de la oferta cultural, y tendrá una duración de un año”, apuntó Calatayud en su proyecto. En tanto, cada puesto del “Paseo de la Lectura” estará ambientado y llevará el nombre de escritores rosarinos.

Poca plata, poca lectura

Respecto a las ventas en los puestos de la plaza Sarmiento, Daniel señaló que la situació “está complicado, porque algo se vende pero la plata no alcanza". En la misma sintonía, Gustavo lamentó: “Si no vendemos barato, no vendemos. Recién hice una venta al costo, porque sino no podemos cubrir los gastos”. “Somos gente que nos gusta el libro y por eso nos quedamos, si fuera otra cosa ya nos habríamos ido”, concluyó el histórico puestero.